Las fiestas religiosas, las peregrinaciones y el sistema de cargos

 

 

Martha Delfín Guillaumin,

28 de noviembre de 2014

 

 

Las fiestas religiosas, las peregrinaciones y el sistema de cargos

 

 

En México se tiene la costumbre de celebrar las fiestas religiosas a lo largo del año, celebraciones dedicadas a los santos patronos de las poblaciones o las divinidades mayores, es decir, Dios o la Virgen, ésta última en cualquiera de sus advocaciones. Las personas que participan en estas festividades se organizan a través de las mayordomías a las que también se les reconoce como sistema de cargos. Los trabajos etnográficos de la religión dan fe de estas peregrinaciones y santuarios.

 

El culto al Cristo de Chalma

 

Las conmemoraciones sacras adquieren un carácter de religiosidad popular. Un ejemplo de esto lo tenemos en la fiesta del 3 de mayo dedicada a la Santa Cruz, fecha que es identificada por los albañiles como un día sumamente especial y colocan una cruz sobre la construcción que están haciendo, se oficia misa por un sacerdote y luego se beben generalmente pulque o cervezas. También en ese día festivo es costumbre ir en peregrinación a Chalma, Estado de México, para rendirle honores al Cristo que se venera en su templo. Durante el trayecto se van colocando cruces en los cerros que forman parte de la ruta, pero particularmente en los cerros y riscos próximos a la barranca del santuario. Las personas peregrinas pertenecen a alguna asociación como taxistas, por ejemplo, pero también hay creyentes que se suman a través de una cofradía o de una mayordomía.

 

            Rodríguez y Shadow nos informan que las cruces se levantan “para espantar los malos espíritus”, pero sobre todo como señal de agradecimiento por los favores recibidos. Cada cruz se identifica con un nombre. Algunas veces, como la Cruz del Rayo, la denominación obedece al hecho de haberse salvado de un rayo; en otras ocasiones, reciben los nombres por el lugar de origen de la cuadrilla de devotos, por ejemplo, la Santa Cruz de Tacubaya. Las cruces se arreglan con papel o adornos de tela. Como las cruces deben ser bajadas del cerro, arregladas en el atrio del santuario y devueltas a su lugar, esto significa que sus dueños deben establecer relaciones de parentesco ritual con las personas que los ayudan en esta tarea. A esto se suma el hecho de que las congregaciones de danzantes ya tienen establecido el compromiso con cierta cruz para “ir a bailarle”; así que se entablan también relaciones de compadrazgo ritual entre los danzantes y los custodios de la cruz.[1]

 

            El lugar en donde se encuentra Chalma es montañoso, es zona de tránsito entre el Valle de México y el Valle de Toluca; corre un río al lado del santuario, pero el ritual de purificación que hacen los peregrinos, aparte de bañarse en las aguas del éste, es regar a un ahuehuete con las de un manantial que brota junto a él. Luego se coronan de flores y entran bailando en el atrio del otrora conocido como Real Convento y Santuario de Nuestro Señor Jesucristo y San Miguel de las Cuevas de Chalma, como fue titulado por Carlos III el 6 de septiembre de 1783.

 

            Los peregrinos que van al Santuario de Chalma son mexicanos, particularmente de los estados de Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Querétaro, la Huasteca de San Luis Potosí. Asimismo, hay extranjeros que llegan de visita turística, aunque también lo hacen por cuestiones de religiosidad. Las visitas se intensifican en las principales celebraciones religiosas, en este caso, el primer Viernes de Cuaresma, Pentecostés y Navidad.

 

 

Imágenes con el Cristo negro de Chalma, santuario y capilla, peregrinos, manantial y árbol de ahuehuete, altar del Cristo, danzantes, vendedores de coronas de flores, cruces[2]

 

            El culto al Señor de Chalma forma parte de la religiosidad popular de los creyentes mexicanos. La religiosidad popular es definida “como el conjunto de prácticas, ceremonias y rituales ejercidas por gente de los estratos marginados [...] se trata de la religión de lo cotidiano, de lo concreto”, entonces esta aseveración se comprueba en las ferias y peregrinaciones religiosas, en las danzas, las mayordomías, los santos itinerantes, las cruces, los exvotos, los cantos en que los practicantes “ven a Dios como justiciero y equilibrador de las injusticias del mundo, de su propia condición”.[3]

 

Algunos términos clave para este texto

 

Antes de continuar este escrito con el tema del sistema de cargueros y la devoción al Niño Dios de Tingambato, Michoacán, vale la pena considerar los vocablos cofradía, cofrade, hermandad, congregación, mayordomía, cargo, carguero que forman parte de la herencia lingüística sacra colonial. Algunos de estos términos pueden identificarse en el Diccionario de Autoridades de la primera mitad del siglo XVIII que cito a continuación:


MAYORDOMO. Se llama tambien el Oficial que se nombra en las Congregaciones o Cofradías, para la distribución de los gastos, cuidado y gobierno de las funciones. Latín. Oeconomus. Aedilis. FIGUER. Passag. Aliv. 9. No puede ser dañoso tener plaza en alguna de las Congregaciones y Esclavitúdes de la Corte, y en ella oficio de Mayordomo o Consiliário.

Diccionario de Autoridades - Tomo IV (1734)

 

COFRADE, DA. s. m. y f. La persóna que está assignada à algúna Hermandad ù obra pia, con otros que comunmente se llaman Hermános. Viene del Latino Confrater, que significa esto mismo. Algúnos dicen y escriben Cofrade; pero es errór del vulgo. OV. Hist. Chil. p. 167. Assisten à las Missas cantadas y sermónes, y comulgan todos los Cofrádes y Cofrádas, llevando en las manos sus hachas encendidas. COLMEN. Hist. de Segob. cap. 49. §. 4. Lunes, quarenta Religiosos Agustinos con los Cofrádes de Nuestra Señora de Gracia acudieron à celebrar la Missa de la Anunciación. VELEZ DE GUEV. Com. El pleito del diablo, Jorn. 1.

Quedense fuera las cruces
los pendónes y las danzas,
y entren priméro en la Ermita
los
Cofrádes y Cofrádas.

Diccionario de Autoridades - Tomo II (1729)

 

HERMANDAD. Se llama tambien la Congregación de muchas personas, debaxo de ciertas reglas o constituciones para algún fin, que regularmente es de piedad o devoción. Latín. Confraternitas. Sodalitium. MUÑ. M. Marian. lib. 4. cap. 9. Tienen su assiento en este Real Convento una Hermandad, que en vida de los señores Reyes D. Phelipe Tercero y Doña Margarita se erigió, de los Criados de ambas Casas Reales, con la advocación de la Anunciación de Nuestra Señora.


La Santa Hermandad. Es un género de Tribunal, que tiene jurisdicción plena para castigar los delitos cometidos en el campo, sin apelación a otro Tribunal. Su instituto es perseguir los ladrones y assegurar los caminos. Goza de grandes privilegios concedidos por los Reyes. Son las más celebres y numerosas en España las de Toledo, Ciudad Real y Talavera. Latín. Sodalitium in latrones viarum, vel expiatores institutum. ILLESC. Hist. Pontif. lib. 6. cap. 16. [iv.144] Introduciendo la nueva Justicia y Magistrado, que llamaron, y con razón La Santa Hermandad. CERV. Quix. tom. 1. cap. 45. Los demás quadrilleros, que vieron tratar mal a su compañero, alzaron la voz pidiendo favor a la Santa Hermandad de Ciudad Real.

Diccionario de Autoridades - Tomo IV (1734)


CONGREGACIÓN. Significa tambien el agregado de personas que se juntan, y forman un cuerpo para exercer alguna obra piadosa o devota: lo que tambien se dice Cofradía. NIEREMB. Vid. del P. Gaspar Barceo, §. 6. Con ocasión de una cabeza de las Once mil Vírgenes, que havía en Goa, instituyó una Congregación, de incomparable fruto para toda la Ciudad. OV. Hist. Chil. pl. 168. Costeó el primero la Cathedral, el segundo el célebre Monastério de la Concepción, y el tercero la Congregación de Estudiantes, que con este título está fundada en el Colegio de nuestra Compañía. [ii.512]

Diccionario de Autoridades - Tomo II (1729)[4]

 

            En México se siguen empleando estos términos, pero particularmente en el Estado de Michoacán lo que tenemos es el uso de la voz carguero, el que tiene bajo su cargo el cuidado de la imagen sacra, las festividades a celebrarse que se relacionan con su culto, la comida que se ofrecerá a los concurrentes, el altar en su casa, entre otras cosas. Hilario Topete define la voz carguero en Michoacán como:

 

la acepción que se le da en la etnorregión purépecha; es decir, para referir a una persona que se hace responsable de una imagen para celebrarle su fiesta y los oficios religiosos que el costumbre dicta, sin recibir remuneración alguna y, sí, por el contrario, asumir el patrocinio individual, apoyado por su familia u otros cargueros a manera de mayordomías administradas o agregadas[5]

 

 

 

Estampas y artículos religiosos con la imagen del Niño Dios de Tingambato. La foto ha sido sacada por la autora de este texto durante el segundo semestre de 2008.

 

El culto al Niño Dios de Tingambato y el sistema de cargueros

 

Tingambato fue fundado como pueblo indígena por los españoles a fines del siglo XVI y los agustinos se encargaron de la evangelización de sus habitantes. El santo patrono a quien se dedicó la iglesia parroquial fue Santiago Apóstol.

 

            El Niño Dios de Tingambato, Michoacán, nos proporciona un ejemplo del sistema de cargueros en la actualidad. El origen de su culto se da al iniciarse la Revolución Mexicana en 1910 que ocasionó que los dueños estadounidenses de los aserraderos de la región límite entre la tierra fría y la tierra caliente michoacana, en donde se encuentra ese poblado, abandonaran el lugar junto con sus trabajadores entre los que se encontraba un español, al parecer el propietario de la imagen religiosa. Esta persona se las dio a una familia oriunda del pueblo, p’urhépechas, que iniciaron el cargo de tener al conocido como Niño Dios de Tingambato desde ese entonces. Durante las décadas de 1920-1930 fue cuando, se supone por los lugareños, que se consolidó esta tradición religiosa en Tingambato.

 

 

Municipio de Tingambato en el Estado de Michoacán[6]

 

            En nuestros días, se ha elaborado un listado de gente deseosa de ser los próximos cargueros para tener a lo largo del año la responsabilidad de hospedar al Niño Dios, vestirlo según la ocasión festiva, colocar un altar o capilla en la casa anfitriona, guardar la ropa y colocar a la vista de todos a los juguetes que le llevan sus devotos, asimismo, celebrar las fiestas principales haciendo que los encargados lleven en alzas a la imagen durante las procesiones y que visite a la parroquia del poblado cuyo patrono desde el siglo XVI ha sido, como ya lo mencioné,  Santiago Apóstol, sobre todo los domingos en la misa de las ocho de la mañana.

 

 

Personas llevando al Niño Dios de Tingambato en la Procesión de las Velas en honor a Santiago Apóstol. La foto ha sido sacada por la autora de este texto durante la celebración a Santiago Apóstol, julio 2008.

 

            En la Noche Buena es cuando el Niño Dios es llevado a la iglesia parroquial para ser recibido por el nuevo carguero o nueva carguera que se harán cargo de su cuidado por todo un año. El sacerdote del lugar les da la bendición durante la misa que se celebra esa noche. Fuera de la casa del carguero o carguera que termina su turno se ha hecho levantar, en las inmediaciones, una columna de troncos de árboles que en su cima tiene una estrella. Esos troncos han sido traídos en los últimos meses del año desde los bosques cercanos para construir la referida columna. El Niño Dios de Tingambato es vestido como trabajador para celebrar esas faenas de corte cuando se hacen.

 

 

Niño Dios de Tingambato vestido como trabajador de faena (estampa de la colección particular de la autora de este texto)

 

            Es interesante observar dos cosas, por un lado tenemos otra figura sacra, el Cristo Redentor, cuya festividad es el 14 de enero y dura varios días. Lo otro ha sido el pleito local por la custodia del Niño Dios que se disputaron los cargueros y vecinos enlistados contra el párroco, un sacerdote diocesano, ya no agustino, a fines de la década de 1990 y que desafortunadamente ha derivado hasta el momento en una división entre los habitantes de Tingambato.[7]

 

 

Don Gonzalo de la Cruz, carguero en el año 2008, colocando al Niño Dios de Tingambato en el altar de su casa. Foto de la autora en julio de 2008.

 

            La devoción al Cristo Redentor comenzó luego de la Guerra Cristera en la que se enfrentó el ejército mexicano contra los pobladores católicos cristianos que defendían su credo y no estaban de acuerdo con las políticas gubernamentales que consideraban anticlericales. Esta guerra se dio entre 1926 y 1929, casualmente, al término de ésta fue cuando surgió con más fuerza la imagen de Jesucristo representada en los monumentos como el del Cerro del Cubilete en Silao, Guanajuato; recuérdese que el grito de guerra de los cristeros, entre los que hubo sacerdotes, era el de “¡Viva Cristo Rey!” en la zona del Bajío en donde se halla Silao.

 

            En Tingambato, desde mediados del siglo XVIII, ya no había agustinos, la parroquia se había secularizado y quedó, desde ese entonces, en manos del clero diocesano. En la década de 1930, luego de la referida guerra, el cura del poblado creó el culto a la imagen del Cristo Redentor que no fue llamado “Milagroso” porque los pobladores de otro poblado, San Juan Parangaricutiro, se opusieron porque decían que la imagen del Cristo suyo sí había hecho milagros y esta otra no. El desacuerdo duró cerca de 8 años hasta que el Obispado de Zamora, Michoacán permitió el culto al Cristo llamado Redentor y en una fecha distinta que fue la del 14 de enero de cada año.[8]

 

 

Las tres imágenes sacras, altar de la parroquia de Tingambato, zona arqueológica de Tinganio[9]

 

            El otro asunto acerca de las diferencias en cuanto a quién debe ser el próximo carguero del Niño Dios de Tingambato y en dónde se debe colocar a la imagen, es decir, que ésta debía permanecer en la iglesia parroquial suscitó el problema hacia 1999. Lo paradójico fue que se llevó una nueva imagen de Niño Dios a Tingambato y se hizo otra lista con las personas interesadas en ser los cargueros. La imagen tenía su propia habitación en la parroquia, su cuna, sus ropajes y juguetes, pero era, a mi parecer, “el otro Niño Dios”. Si bien el Obispado de Zamora trató de enmendar esta situación, la lista de los cargueros del Niño Dios “verdadero” se perdió y no se ha hallado hasta el momento provocando diversos conflictos que no se han terminado, razón por la cual ha llegado a intervenir la Dirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación para resolverlos.[10]

 

            En fin, las diferencias se podrían explicar por las sumas de dinero que ingresan al poblado con las limosnas de los visitantes, pero, entre una cosa y otra, es la hora que la imagen del Niño Dios de Tingambato ha adquirido una fuerza en el sistema de creencias de la población que, incluso, hace ir a ese poblado a gente de otros estados del país o paisanos que regresan de visita desde los Estados Unidos para pedir o agradecer algún favor al santo querubín. Más allá de las desavenencias entre los pobladores que buscan la lista “original”, la celebración y cuidado de la imagen se sigue realizando con mucho orgullo entre la gente de Tingambato, Michoacán.

 


 

[1] , María J. Rodríguez-Shadow, DEAS-INAH, Robert D. Shadow, UDLAP, El pueblo del Señor: las fiestas y peregrinaciones de Chalma, México, Universidad Autónoma del Estado de México, 2000.

[3] María J. Rodríguez-Shadow, op. cit., pp. 175-176.

[4] Diccionario de Autoridades http://web.frl.es/DA.html (Consultado el 3 de septiembre de 2014).

[5] Hilario Topete Lara, “Variaciones del sistemas de cargos y la organización comunitaria para el ceremonial en la etnorregión purépecha”, pp. 95-129, en Cuicuilco, mayo-agosto, año/vol. 12, número 034, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia,  2005, p. 97.

[6] Enciclopedia de los Municipios de México: Michoacán, © 1999 Fuente: Pacarina del Sur - http://www.pacarinadelsur.com/home/indoamerica/335-el-nino-dios-de-tingambato-el-imaginario-social-en-torno-a-su-imagen - Prohibida su reproducción sin citar el origen.

[7] Para ahondar sobre este particular, el lector puede consultar la tesis de Salvador Ramírez Figueroa, “Tingambato. En torno a un Pueblo”, Morelia, Michoacán, UMSNH, 2000.

 

[8] El lector puede revisar mi libro para saber más sobre este asunto: El Niño Dios de Tingambato. Tradiciones y religiosidad popular, libro, México, UAM-Xochimilco, 2011.

[10] El lector puede revisar mi libro para ahondar acerca de este asunto: El Niño Dios de Tingambato. Tradiciones y religiosidad popular, libro, México, UAM-Xochimilco, 2011.