UN LARGO VIAJE HASTA PARÍS

    ¿Las vidas se repiten o estamos condenados eternamente a andar en círculos en un ritual casi esotérico en la historia de la humanidad?.

    Cuando en 1.905 nace en París el movimiento Fauves ( Fieras ) en el Salón de Otoño de la mano  del maestro Matisse, seguido por los discípulos de Gustavo Moreau: Marquet, Manguin, Camoin y los de la Academia Carrière, Puy, Laprade y Chabaud a los que se les sumaron provinientes del suburbio parisiense de Chatou, el holandés van Dongen y los procedentes del Havre: Dufy, Friesz y Braque, pocos podían adivinar o apostar por el triunfo de éste movimiento que de nuevo rompía, después del impresionísmo, con todo academicismo y que apostaba por   proclamar la más absoluta libertad de expresión artística y que sería la puerta por la que se entraría al cubismo.

    Esta nueva corriente artística se caracteriza básicamente y a modo de una definición por el ilusionísmo espacial creado por la perspectiva aérea que desaparece, también el modelado plástico, y además el claroscuro, en cambio vive el color puro en su más alegre e irrefrenable vitalidad; el color que sugiere el espacio por la unión y contraposición de zonas de colorido diverso, sin quebrar jamás la bidimensionalidad de la obra; el color que se articula rítmicamente según normas compositivas que derivan de la alteración de los tonos cálidos y fríos; el color expresa una emoción y, al mismo tiempo, determina el valor decorativo de la obra. La línea de contorno acentúa los ritmos cromáticos; la luz, ya desligada de

los efectos naturales que representaban los impresionistas, se transforma en una luminosidad uniforme, en toda la tela, contribuyendo a acentuar el color y destacar las formas.

Las mujeres ( 1.995 )    La cita, como algo establecido, como algo pactado tácitamente es París, el París centro geográfico y cultural de una Europa que se convulsiona y que aún guarda todo el sabor del romanticismo pero que despierta a una realidad social y donde conviven y compiten todas las artes y todas las tendencias artísticas.

    Es el exodo, el largo camino de artistas de todo el mundo, es la mayor concentración de arte y artistas jamás conocida por la humanidad y como consecuencia de toda esta conjunción de   pensadores, filósofos, escutores, músicos y pintores nace la revolución del arte del siglo XX, donde se

confunde y se funde poesía con las otras artes y donde se rompe para siempre con un pasado hecho por y para una élite feudalista para pasar a ser disfrutado por toda la humanidad, en el camino quedan los mediocres y como en toda revolución la lucha es encarnizada y cruel, sólo aquellos visionarios, los profetas de nuestro siglo triunfan dentro de un mundo que los aplaude y los vitupera, son los rebeldes, los que llevan el estandarte de libertad, los que al final se hacen y nacen para esta nueva fase de la historia.

 

    Hay que preguntarse si el medio hace a las personas, las personas al medio o si las dos son una simbiosis indisolubre. Si alguna vez estuvo en París y paseó por sus calles, por las orillas del Sena sabrá de que hablo, sabrá que en ciertos lugares nos sentimos parte de cuadros de Monet, Seurat, Toulouse y tantos otros.

    El tiempo pasa pero las inquietudes persisten, el imán existe y con la misma fuerza de atracción las mentes persiguen los mismos fines y la cita, en éste caso, sigue siendo París, el París libre, comprensivo y culto, el que amplia nuestro espacio vital, el sueño de todo artista.

Los argonautas núm. 2 ( 1.996 )

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