Hace ya treinta años nace en La Plata, Argentina, un grupo formado por jóvenes pintores, entre los que destacan Horacio Elena, Lalo Painceira ( hoy periodísta ), Sirabo, Pacheco y Nelson Blanco, era una tarde de vinos y reuniones en la calle 51, nada que destacar si no fuera porque con el tiempo sería uno de los más importantes de Argentina, sus fines la pintura informal y el entusiasmo de una juventud tan lejana de las catedrales del arte. De éste grupo, que con el tiempo se fue nutriendo con nuevos miembros hasta alcanzar dieciocho pintores, saldrían dos premios Guggeheim para Alejandro Puente y Paternosto y un premio Braque para Nelson Blanco.

    A mediados de los sesenta llega la diáspora para Nelson Blanco, Horacio Elena y otros.

    La pintura de Nelson cuando llega a Francia en 1.965 era 'expresionísmo abstracto. En ese mundo imperó desde el comienzo el color. Grandes masas de rojos invadían un chorreado de azules y amarillos. Era el tachismo, la espontaneidad del gesto, la pintura automática.' ( Comentario obtenido de EL MAGO NELSON, un artículo de Lalo Painceira ).

Sin lugar a dudas, es mi hipótesis, su contacto directo, sus visitas a los museos le impregnan la retina y el alma del color de pintores como Marcos Chagall, Klee, Emilio Nolde, Carlos Schmidt-Rottluff, Ernesto Luis Kirchner y toda la escuela Fauve antes mencionada.     En este momento Nelson escoge el camino más difícil y en una época de grandes cambios sociales para el mundo, la Primavera de Praga, Mayo del 68, los movimientos Jipis y el triste destino de su patria, Argentina, en manos de una dictadura feroz.

   Supongo que debe ser muy difícil comenzar una nueva vida en un país con idioma, costumbres  y una cultura distinta a la materna o matriz, sobre todo cuando se deja ya una posición respetada y reconocida a las espaldas.

    Hemos llegado a la cita a tiempo, ahora nos toca conocer a nuestro invitado.

 

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