Los Guarros de Medio Pelo
La India Maquinista de Tren[@] [www]

Los Guarros de Medio Pelo nos resistimos a creer que el erotismo resida y anide sólo en la pareja. Sus redes tiránicas se extienden concéntricas hasta mucho más allá: los Guarros de Medio Pelo estamos muy bien entrenados para encontrar en casi todo erotismo. Las manos del acompañante desconocido del autobús, la mirada dos micras más intensa de las cinco de la mañana con la lengua pastosa de vodka, el alumno que pide ayuda a la maestra, la maestra que vuelca el escote sobre el alumno al tiempo que le explica sobre el cuaderno, el lápiz que cambia de mano, las manos que se detienen un segundo, la inocencia fingida, la verdadera inocencia, las rodillas que se entrechocan bajo la mesa del restaurante... Los Guarros de Medio Pelo gozamos de los demás cuando los demás ni lo imaginan y gozamos tanto que si las Leyes lo supieran lo catalogarían como una actividad delictiva. Los Guarros de Medio Pelo somos promiscuos -al menos de pensamiento, ¡ay!- por convicción y por religión.

Feo dice que los hombres piensan con la polla. ¿El amor engendra sexo? ¿O sería el sexo el que engendra amor? Los Guarros de Medio Pelo creemos más bien en lo segundo. Todos pensamos, en sentido metafórico, con la polla, con la bragueta. Es más, los Guarros de Medio Pelo no creemos que el amor tenga otra entidad que no sea la de ser una falacia, una entelequia inalcanzable, una palabra desvirtuada por siglos de Literatura, desemantizada por tantísimas bocas... ¡Bah, el amor!

Los Guarros de Medio Pelo somos hijos bastardos de Príapo, feligreses de Dionisos y condiscípulos de las Bacantes. Somos especialmente incorrectos: ventoseamos bajo las sábanas; nos fijamos en los tamaños y en las formas; en la frecuencia y la duración; apretamos el pájaro que sostenemos en la mano mientras soñamos con los cien restantes... Nos satisfacen todos y ninguno de los mil paisajes del horizonte.

Los Guarros de Medio Pelo proponemos, por tanto, una futura I Semana bloggerótica alternativa. En la que tenga cabida cualquier forma de erotismo sin excepción. Lean los cuentos de Quim Monzó -él les sabrá explicar mucho mejor- con banda sonora del viejo Sabina: Y sin embargo.

Fdo. Los Guarros de Medio Pelo

 

 

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