En un museo de cera
Selene Chiérico [@] [www]

Mis pasos me llevaron a ese lugar sin quererlo. Nunca deseé visitar un museo de cera. Esas figuras pintadas, vestidas y enjoyadas, me parecían fantoches, les faltaba el alma. Era mi opinión personal, y en medio de esas creaturas, pensaba en lo que habían representado para la humanidad.

Tomé asiento en un banco y miré frente a mí a una Marilyn Monroe, perfecta, deslumbrante; sus ojos claros brillando bajo grandes pestañas, y sus manos que trataban de bajar su falda, en la pose tan conocida. Muy cerca Jack, el destripador, quieto, amenazante. De pronto las luces amortiguaron la escena, y los muñecos cobraron vida.

Jack se acercó a Marilyn; cerré los ojos muy fuerte pensando que la imagen que vería sería trágica. Sólo escuché:
MM- Siempre creí que tu presencia me aterraría.
J- Ya ves que nadie es tan terrible como los demás creen.
MM- Me dices eso a mí, que toda la vida busqué afecto y jamás lo hallé. Claro que los que me veían en la pantalla, pensaban que lo poseía todo.
J- Mi sólo nombre atemorizaba, nadie se atrevía a salir por las noches. La niebla, la oscuridad, el silencio envolvía todo; me creerás si te cuento que jamás quise hacer daño? No sé que me pasaba; tampoco aseguraría haber hecho todo lo que me imputaban.
MM- También de mí se dijeron muchas cosas, pero a nadie se le ocurría acercarse, ser amigo de verdad. Cometí errores, pero sufrí por ellos; siempre he tenido que pagar.
J- Fuiste una mujer muy bella; de habernos conocido, podríamos haber sido buenos amigos.
MM- Me hubiera gustado encontrarme con un hombre sensible, pero jamás lo hallé.
J- Ahora estamos aquí, siempre en la misma posición, con el mismo gesto, viendo el efecto que producimos en los que nos miran con curiosidad morbosa.
MM- Hubiera querido que el que me hizo en cera, dejara de lado ese mohín seductor de mi boca, que mis ojos estuvieran entrecerrados, y mi pollera no pareciera que se levanta con el viento con el solo objeto de que se vean mis piernas. En una palabra, quisiera que el mundo supiera cómo fui en realidad.
J- No te quejes, yo para siempre daré miedo y repugnancia; mis supuestos crímenes, esta capa que me envuelve y la expresión horrorosa de mi cara...

De pronto un fuerte resplandor, y el calor que producía, me alertó sacándome del letargo en que me había inmerso. Se había producido un foco de fuego muy cerca de donde me hallaba. Ya estaban los guardia con extinguidores de incendio, tratando de que  las llamas  no llegaran a las figuras.
Algunas se salvaron, pero las de Marilyn y Jack quedaron destruídas.
De ella, no quedaban ni los gestos característicos, y menos su vestido levantado. De Jack, solamente los botones de la capa.
La cera corría por el piso en una misma dirección, unida.

 

 

Faro

Puente

Torre

Zeppelín

Rastreador

Nuevos

Arquitectos

en la pantalla | realidad