MUSEO ARQUEOLÓGICO DE LORCA (II).


Andrés Martínez Rodríguez, Arqueólogo director del Museo de Lorca.

SALAS DEL MUSEO.


EL PALEOLÍTICO.

Piezas líticas del Paleolítico Medio.Cerro Negro de Jofré.

    Al comenzar la visita al museo se sitúan dos diagramas representando el paso del tiempo en el sureste de la península ibérica. El amplio sector que acarba el paleolítico puede darnos idea de la desproporción considerable entre los tiempos prehistóricos e históricos, que viene a ser del orden del 99,5 %.

    Los origenes de la Prehistoria lorquina se remontan al Paleolítico Inferior (1.800.000-95.ooo a.C.). Los únicos vestigios de este largo período que se han documentado en el término municipal, son unos útiles de sílex (bifaz o hacha de mano) elaborados por un homo erectus que habitó en un asentamiento al aire libre en las inmediaciones del río Turrilla.

    El Palelítico Medio (95.000-32.000 a.C.), también conocido como Musteriense, estuvo protagonizado por unas gentes (neanderthales) que habitaron en las grietas y abrigos, fabricando instrumentos que favorecieron una economía depredadora basada fundamentalmente en la caza y la recolección. La única excavación de un abrigo paleolítico realizada en Lorca, ha permitido documentar que la pesca y el marisqueo fueron el complemento de la dieta alimenticia de un clan paleolítico que habitó el establecimiento de Cueva Perneras. Otros establecimientos del Paleolítico medio, situados en el interior de la comarca, se han documentado en Cerro Negro y en Peña María.

    Con el paleolítico Superior (32.000-9.000 a.C.) aparece el homo sapiens que, con una mayor capacidad, perfecciona la técnica de elaboración de los útiles y genera el surgimiento del arte mobiliar y el rupestre. Perduran de la etapa anterior el modo de vida., la economía y los ritos funerarios. Algunos de los yacimientos del Paleolítico Superior en Lorca son el Cerro Negro, la Corraliza y Zuñiga.

Hojas, raspadores, puntas de muesca y punta de aletas y pedúnculo del Paleolítico Superior. Cueva de Ambrosio.

    Durante el Paleolítico el hombre se desplaza de un lugar a otro con relativa frecuencia, movidos por fuertes condicionantes como el clima, la caza, la pesca o la recolección. Vive al aire libre cuando las condiciones climáticas son favorables, al abrigo de rocas cuando no lo son, y en las cuevas en las épocas de frío más intenso.

    Los restos arqueológicos que documentan este pasado son en su mayoría poco atractivos. Los más antiguos útiles se realizaron en madera, pero este material no ha pervivido con el paso del tiempo. Por el contrario, los diferentes yacimientos paleolíticos ofrecen objetos en piedra. Debemos destacar los instrumentos realizados en silex que fueron recibiendo su nombre por su posible utilidad (raspador, raedera, cuchillo, punta).

VITRINA 1:

Reconstrucción ideal del poblado paleolítico en Cueva Pernera, según R. Montes.

    Las piezas de sílex del paleolítico Inferior expuestas son: un canto trabajado de Las lagunas de Ruidera, un bifaz o hacha de mano de Saint-Amand (Francia) y un bifaz atípico de las terrazas del Manzanares.

    Los útiles de sílex (láminas y puntas) expuestos del paleolítico Medio proceden del Cerro Negro y Peña María. Durante el paleolítico Superior ls instrumentos de sílex son extraidos de núcleos semejantes al expuesto procedente de Anacata. El retoque por presión adquiere su mayor perfeccionamiento en el Solutrense, de este período se recogen en la vitrina diversos raspadores, raederas, láminas, puntas de muesca y puntas de aletas y pedúnculo procedentes de Cueva Ambrosio.

    Otros yacimientos del Paleolítico Superior representados son La Corraliza y el Castillo de Puentes.

Varilla de hueso trabajado, posible empleo en la industria textil. El Chorrillo.


EL NEOLÍTICO.

Hachas de piedra pulimentada. La Parrilla y Aguaderas.

    Este período de la prehistoria que recibió su nombre por la aparición de los instrumentos de piedra pulimentada, significó una nueva manera de vivir. Las comunidades neolíticas del Sureste de la Península Ibérica durante el VI milenio a.C. comienzan a sedentarizarse, estableciendo sus poblados próximos a las tierras de cultivo (trigo, cebada) y de pastos para el ganado (oveja, cabra).

    La primera economía de producción neolítica basada en la agricultura y la ganadería será fundamentalmente de subsistencia, estando completada por actividades tradicionales como la pesca, la caza y la recolección.

    La vida sedentaria de las comunidades campesinasfacilitó una diversificación del ajuar doméstico. Comienzan a utilizarse vasijas cerámicas junto a recipientes de madera y piedra. Las cerámicas con frecuencia se decoran con impresiones cardiales efectuadas con la concha del berberecho, punzones, incisiones y cordones.

    En Lorca los únicos asentamientos neolíticos documentados en cueva, se localizan en las pequeñas comarcas naturales del Barranco de la Hoz y de valdeinfierno. esta escasez de yacimientos pudo deberse, cmo paunta A. Muñoz, a la supervivencia prolongada de las formas de vida cazadoras y recolectoras. la última fase del Neolítico puede estar sellada bajo poblados eneolíticos o sepultadas bajo potentes depósitos de limos junto al Valle del Guadalentín.

Cerámica neolítica de El Cabezo de Ugejar.

    Los únicos materiales expuestos de este período son varias hachas de piedra pulimentada procedentes de La Parrilla, Purias, Aguaderas, Coy y Castillo de Lorca.


ARTE RUPESTRE.

    En el término municipal de Lorca se localizan cuatro estaciones rupestres: Los Paradores, El Tio Labrador, El Mojao y Los Gavilanes. Los dos primeros yacimientos, documentados por H. breuil a principios de siglo, recogen escasas figuraciones de tipo esquemático (antropomorfos) pintados en la pared de abrigos de escasa profundidad orientadas al valle del río Velez o Corneros.

    Los conjuntos pictóricos de El Mojao y Los gavilanes, descubiertos en mayo de 1990 en el paraje de valdeinfierno, se hallan en dos abrigos rocosos ubicados en el paso natural que comunica el valle del Luchena (Lorca) con la comarca del Alcaide (María, Almería).

    En la sala I del museo se recogen los calcos de ambos conjuntos pictóricos, y varias láminas que ilustran detalles de la escena figurativa del abrigo de El Mojao.

Abrigo de El Mojao.

Cuadrúpedo con cornamenta muy destacada. Abrigo de El Mojao.

    Las pinturas se distribuyen en dos hornacinas que abren al noroeste dominando un amplio panorama sobre el pantano. En la primera hornacina se conservan restos de pigmentos en rojo. Dos trazos verticales están representados en el tramo de separación entre ambas hornacinas. El mayor número de figuraciones se sitúa en el segundo abrigo. la parte central está ocupada por una escena de caza, donde un arquero de cuerp estilizado, provisto de un gran arco y flecha, se dirije hacia un grupo de cuadrúpedos. La cabeza se encuentra cubierta por un tocado.

    Como elementos aparentemente ajenos a la escena de caza, se encuentran un cáprido bajo el arquero, y a la izquierda otro cuadrúpedo con una cornamenta muy destacada y con las patas delanteras levantadas como si estuviera subido a un risco oteando el paisaje.

    Las figuras esquemáticas se distribuyen alrededor de la escena naturalista, evidenciando un respeto por lo anterior. Ambas pinturas son de color rojo, elaboradas con un pincel fino las naturalistas y con un pincel grueso o digitaciones las esquemáticas.

    Las figuras esquemáticas representadas son: dos antropomorfos, puntos, trazos verticales y un antrpomorfo ancoriforme de gran tamaño que domina toda la hornacina.

Abrigo de los Gavilanes.

    Los 15 motivos aparecen representados al fondo de un abrigo de escasa profundidad que se abre al oeste dando vistas a la Rambla Seca.

    La totalidad de las representaciones on esquemáticas. Los motivos están pintados mayoritariamente en tonalidades rojas (puntos, barras verticales, una figura antropomorfa oculada y una figuración humana en forma de Y), con la excepción de un ramiforme pintado en negro.

    El conjunto formado por los abrigos de El Mojao y Los gavilanes, pudo formar un grupo natural de arte rupestre post-paleolítico con algunas estaciones almerienses y las lorquinas documentadas por breuil a principios de siglo.

    Las pinturas rupestres de El Mojao, cinc meses después de su hallazgo, fueron parcialmente destrozadas en un acto vandálico intencionado, debemos remarcar que todas las pinturas rupestres desde el momento de su descubrimiento son declaradas B.I.C. (Art.40.2 de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español), pasando a ser protegidas por la Ley.


EL ENEOLÍTICO.

Idolos de huso en hueso. El Capitán.

    Los términos eneolítico, calcolítico o Edad del Cobre se emplean para diferenciar el período cultural entre el neolítico Final y la Edad del Bronce, que se desarrolló cronológicamente a lo largo del III milenio a.C.

    Los poblados eneolíticos se ubican en lugares con buenos recursos naturales, fundamentalmente junto a cursos de agua que facilitarán la agricultura, cercanos a zonas de pasto para el ganado y en algunos casos próximos a los afloramientos de carbonatos de cobre.

    Un tipo característico de los inicios del eneolítico en Lorca, es elsituado en una pequeña elevación entre dos cañadas o ramblas. Entre estos poblados ametálicos podemos señalar: El Chorrillo, Torrealvilla, Xiquena, la Parrilla y el capitán.

    Otros poblados calcolíticos se sitúan en cerros altos con parte de su perímetro fortificado. Algunos, como el Cerro de las Viñas, Murviedro o la propia ciudad de Lorca, pervivieron en la edad del Bronce.

    En el poblado se instalan las casas de planta circular, cuadrada o rectangular, en cuyo interior pueden documentarse los restos de esteras de esparto, molinos de mano, el hogar, pequeños depósitos para el grano, la vajilla, grandes vasijas de almacenamiento, pesas de telar y en general vbestigios de la vida cotidiana de estas gentes.

Vaso cerámico. El Capitán.

    Los pueblos eneolíticos siguen practicando la caza, como lo testimonian el gran número de puntas de flecha que aparecen sobre todo en las sepulturas.

    En la proximidad de los poblados se realizan los enterramientos buscando la protección natural (cuevas) o bien efectuando construcciones funerarias (cuevas artificiales y dólmenes). hay un cambio en el ritual funerario apareciendo los enterramientos múltiples. junto a los cadáveres se depositaban una serie de objetos personales o de prestigio (cuentas de collar, colgantes, puntas de fecha, etc.) a los que denominamos ajuar. El estudio de estos materiales aporta información sobre el trabajo artesano, el comercio, la ornamentación y fundamentalmente sobre aspectos del culto durante el III milenio a.C.

Vaso cerámico. El Chorrillo.

Vitrina 2.

    Esta vitrina recoge el utillaje de varios poblados eneolíticos de la comarca de Lorca, mostrando una cierta homogeneidad con respecto a la cultura material. entre estos objetos expuestos sobresalen unas cucharas de cerámica (La Corraliza, Cueva de los Pájaros y Poblado de Vicente), unas plaquetas de barro secado al Sol (La Campana), un fragmento de brazalete de piedra pulimentada y varias puntas de flecha de base cóncava (La Parroquia), una punta de flecha de hueso (Cueva de la Moneda), una punta de flecha de sílex de base cóncava con excelente retoque (Poblado de la cabra Muerta) y varios colgantes e ídolos de hueso (La Parrilla). En el poblado de Peñas de Béjar aparecen documentados el trabajo del sílex y el hueso, lapiedra pulimentada, la cerámica lisa y decorada (campaniforme), y los objetos metálicos, que nos indican una continuidad poblacional hasta los inicios de la Edad del Bronce.

Ídolo oculado en hueso. Los Royos.

Vitrina 3.

Brazal de arquero. Canteras de Murviedro.

    El yacimiento eneolítico de El capitán ubicado en la pedanía de Zarcilla de Ramos, es un gran poblado de chozas circulares, que no ha llegado a ser excavado sistemáticamente. Sin embargo, ha proporcionado abundantes materiales arqueológicos, sobre todo cerámica con decoración incisa y a la almagra que recogen una tradición del neolítico Final. La industria lítica, rica y variada (geométricos, puntas de flecha, cuchillos láminas y dientes de hoz), fue elaborada en el mismo poblado, donde han aparecido restos de un taller de sílex. Entre los variados objetos de hueso trabajado destacan dos ídolos. Los objetos metálicos están totalmente ausentes en este yacimiento.

Vaso cerámico. El Capitán.

    Completan esta vitrina dos collares procedentes de los enterramientos de El cerro del Buitre, enclavados en la proximidades de El Capitán.

Collares procedentes de enterramientos del Cerro del Buitre.

Vitrina 4.

Ídolo de hueso. El Chorrillo.

    El poblado eneolítico de El Chorrillo está estratégicamente situado en una pequeña meseta que se extiende hacia las riberas de una rambla. Dispuso de un conjunto de chozas circulares donde habitaron las gentes que laboreaban las tierras inmediatas y pastoreaban en las llanuras del entorno.

Cuencos. El Chorrillo.

    Los restos arqueológicos que ha ofrecido el yacimiento son los característicos de esta etapa cultural: hachas de piedra, puntas de fecha, varillas de hueso, abundante cerámica, molinos de mano, pesas de telar, etc. El estudio de los huesos de animal nos aproximan a la fauna de esta etapa (perro, cerdo, alce, antílope, ciervo, ovicápridos, etc.).

Reproducción de una hoz y debajo dientes de hoz.

    Destaca por su rareza y buen estado de conservación un ídolo cilíndrico de cerámica provisto de una prominente nariz, dos pequeñas incisiones para los ojos, el tatuaje facial, las señales de los senos y el sexo femenino muy marcado.

Ídolo cerámico de El Chorrillo.

Vitrina 5.

    El poblado eneolítico de Murviedro conocido desde finales del siglo XIX como Cerro del Colmenarico, disponía en sus inmediaciones de una importante necrópolis. Varios de los enterramientos múltiples de esta necrópolis fueron destruidos por la explotación de unas canteras en los años cincuenta. Hallazgos posteriores proporcionaron el siguiente material expuesto: láminas, denticulados, geométricos y puntas de fecha de sílex, cerámica decorada, fragmentos de cerámica campaniforme, fragmentos de vasos de yeso, brazales de arquero, punzones de cobre, ídolos de hueso y cuentas y colgantes de hueso.

    Otros enterramientos eneolíticos próximos a Lorca, conocidos como las cuevas de recalán, aparecen representados en esta vitrina con algunas puntas de fecha de sílex y varias cuentas de collar.

    Completan la vitrina 5 las piezas procedentes del menhir de tercia. destaca en esta colección, una importante industria lítica (láminas, cuchillos, puntas, denticulados) y un conjunto de hachas pulimentadas.

Vitrina 6.

Ajuar del enterramiento eneolítico de El cerro del Buitre.

    Muestra varios ajuares de enterramientos eneolíticos.

cerro negro: 2 collares, fragmentos de varillas de hueso, colgantes de piedra y hueso decorados, hacha con dos muescas denticuladas, fragmentos de vasos de yeso, 3 esperales de cobre, varias láminas y 81 puntas de flecha de sílex pedunculadas.

cerro del Buitre: 2 collares, fragmentos de varillas de hueso decoradas, punzones de hueso, varias láminas, 14 geométricos y 97 puntas de fecha de sílex pedunculadas.

    Otros yacimientos representados son: Peña María, La Quinquilla, Cabezo Velillas y Cabezo Roquel.

    La pieza más sobresaliente de esta vitrina es el ídolo de Los Royos (caravaca) labrado en un soporte óseo donde destacan junto a los significativos ojos, las marcas de tatuaje facial y la decoración reticulada y en zig-zag.

Hacha. La Quintanilla.

    Completan la exposición dos grandes vasijas de almacenamiento procedentes de El Chorrillo y El capitán.

Láminas de sílex. La Quintanilla.


EL CAMPANIFORME.

    El territorio lorquino antes del inicio del II milenio a.C., se presenta con una gran densidad de poblados calcolíticos explotando intensamente los abundantes recursos minerales de la comarca. Las cerámica campaniforme y el material que con ellas se asocia, se ha documentado en grandes poblados del valle del Guadalentín (Murviedro, Lorca, Felí, Peñas de Béjar, etc.). En el interior de Lorca está constatado en el poblado de El Cerro de las Viñas y en el cerro de la Encantada.

    La gente del campaniforme entierra individualmente, reutilizando algunos megalitos para sus inhumaciones (Murviedro). El sepulcro individual se generaliza en el inicio de la Edad del bronce, como la inhumación del El cerro de las Viñas.

    Las cerámicas campaniformes suelen ir asociadas a brazales de arquero, puñales triangulares de cobre, puntas de flecha de aletas y pedúnculo en V y diverss ornamentos en cobre, piedra, hueso e incluso oro.

    Los únicos restos de esta cultura representados en el Museo proceden de Peñas de Béjar (vitrina2) y de las canteras de Murviedro (vitrina 5).


EL ENTERRAMIENTO CALCOLÍTICO DE CUEVA SAGRADA I.

    Pertenece al complejo funerario de La Salud, enclavado en las estribaciones de la Sierra de Tercia.

    Se trata de una grieta natural orientada a oeste, con un largo y angosto pasillo que comunica con la cámara, donde se depositaron los paquetes mortuorios con especial cuidado. El análisis de los restos humanos permite confirmar que se trata de un enterramiento múltiple, con al menos 5 individuos (3 niños y 2 adultos), acompanados de un rico ajuar funerario.

    Los restos humanos pertenecientes a un niño se encontrarn sobre una estera de esparto majado, al lado de un plato de roble conteniendo una bellota y una semilla de vid, y restos de tejido de lino plegado y piel. Completaban el ajuar varias puntas de sílex, abundantes cuentas de collar de piedra y semillas, varillas de hueso, un huso de madera decorado, un ídolo oculado de madera, tres punzones de cobre, un mango de madera, un fragmento de cuerda trenzada de esparto y un ramo de flores atado con una trencilla de esparto.

    Los otros restos humanos localizados fuera de la estera, presentaba huellas del rito de la cremación, aparecieron acompñados de dos puntas de flecha de sílex, una varilla de hueso, un carrizo decorado con la técnica de pirograbado y numerosas cuentas de collar semejantes a las halladas junto a la estera.

    La confirmación de la importancia de este hallazgo ha venido de los resultados obtenidos en las excavaciones arqueológicas realizadas en la cueva por el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Murcia. Entre los diferentes análisis realizados podemos reseñar, la datación absoluta del enterramiento obtenida por el método del carbono 14, que se sitúa en el 2216 a.C.

    Una vez desplegado el tejido se pudo constatar la existencia de restos de dos túnicas de lino y un pequeño peto, igualmente de lino, tejido originariamente de rojo, que constituyen los más importantes y antiguos vestigios de tejido de lino en lo que al continente europeo se refiere.

    Los hallazgos de restos de tejido prehistórico son muy limitados, debido a la desaparición de las fibras vegetales (lino, esparto) con que se solían confeccionar las vestimentas. Algunas sepulturas neolíticass (Cueva de los Murcielagos, Granada) y numerosos enterramientos de la cultura de el Argar han aportado fragmentos de tejido. Donde mayoritariamente se han documentado fragmentos de trajes prehistóricos es en las pinturas rupestres levantinas (Alpera, Minateda, La Valltorta, etc.).

    Las túnicas de Cueva Sagrada presentan toda la superficie exterior decorada con pequeños lazos y la parte inferior con un fleco de cordones. Nos hemos atrevido a representar a la Venus de Cnido con una de las túnicas de Cueva Sagrada para ofrecer una idea aproximada de la indumentaria de finales del III milenio a.C. a partir del tejido de Lorca.

Vitrina 1.

    Muestra los objetos del ajuar de Cueva Sagrada I eleborados con materiales orgánicos que necesitan una especial conservación. Alrededor de la túnica de lino mejor conservada, se pueden observar: el peto de lino originariamente tintado de rojo, un carrizo decorado, un posible mango de madera, parte de un pequeño telar de banda, 5 fragmentos de cordoncillos trenzados en fibras de lino y esparto, un trozo de piel, un plato de madera de roble con una bellota momificada en su interior, un fragmento de cuerda de esparto trenzado y un huso de madera.

Vitrina 2.

    Esta vitrina contiene los fragmentos de tejido de la segunda túnica, prenda de lino que igualmente tuvo la parte inferior decorada con cordones. También se expone el ídolo oculado de madera y un fragmento de pleita elaborado con esparto, procedente de otro enterramiento del complejo de La Salud.

Vitrina 3.

    Presenta varios de los objetos que componían el ajuar de Cueva Sagrada: 4 collares de semillas (granos de Amor) y de piedra, 7 puntas de fecha cn retoque bifacial, 3 punzones de cobre de sección cuadrangular, 3 varillas de hueso, una de las cuales está decorada con bandas rojas pintadas posiblemente cn almagra y 1 punzón de hueso. Completan la vitrina un casco y uña de equus hallado en una oquedad exterior de Cueva Sagrada y medio útil de sílex procedente de tro enterramiento del complejo funerario de La Salud.


El telar vertical de pesas.

    Con motivo de hacer más asequible la técnica empleada en la confección de los tejidos de Cueva Sagrada se ha llevado a cabo la primera reconstrucción experimental en nuestro país con un telar vertical de pesas.

    La experiencia dirigida por la profesora Carmen Alfaro ha contado con diversas colaboraciones. La más importante ha sido aportada por el Centro Experimental de Lejre (Dinamarca), a través de la personas de Karen-Hanne Nielsen y Anne Betzer. Ambas especialistas estuvieron varios dias en el Museo, para darle vida al telar vertical de pesas que se muestra en la sala dedicada a Cueva Sagrada.

    "En realidad no conocemos la forma exacta del telar de esta época. Únicamente sabemos que llevaba pesas y que permitía la confección de telas finísimas de lino como las halladas en Cueva Sagrada. El telar realizado sigue formalmente la propuesta realizada por el National Museum of Iceland. para su confecciónm se han empleado las maderas más diversas, pero siempre dentro de la gama que la ciencia permite sugerir para la ápoca y la zona de Lorca (pino, carrasca, cerezo, boj, quejido, etc.)."

    (Carmen Alfaro).

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