LA VISIÓN DEL POETA

 

    Este nuevo apartado dentro de la Sección de Arte estará dedicado a la visión de las exposiciones que tengamos desde la perspectiva de otro artista que pinta con el alma, el de un gran poeta y amigo, Harold Durand, su formato tendrá presentación de correo, porque son correos los que envía y así debe de ser.

    Es posible que después de leer sus comentarios quiera conocerlo, ésta es la dirección para visitar su web:  http://w1.864.telia.com/~u86404059 , les aseguro que no se arrepentirán si la visitan, también puede leerlo en nuestra Sección de RINCÓN LITERARIO, en el apartado CON SOLERA..

Cruz de Mayo  

 

Playa de Somorrostro

 

COMENTARIO SOBRE D. MIGUEL PÉREZ AGUILERA

 

   Querida amiga: esta tarde por fin me he podido sentar frente a la data para visitar por lo menos la galería de arte de tu página. La he bajado porque no quería que ninguna preocupación me distrajera de la comunión de la que estaba seguro viviría. En estos momentos no sé a quién darle las gracias, si a mi amiga Celia, a don Miguel o a Dios. Creo que me dirías que a los tres, o tal vez dirías que el tercero no tiene nada que ver en este asunto, como eres atea.

       ¡Qué bella sensación fue vivir su pintura! Todo se me agolpaba en la cabeza, sin saber a qué asirme. Recuerdo entonces lo que él dijo acerca de lo que buscaba en ese ejercicio de mago: «[...] tengo la satisfacción de haber encontrado el lugar a propósito para desenvolver mi propia vida, la exuberancia de mi hálito vital... » Entonces pensé en ese otro mágico del arte que era Jorge Luis Borges cuando nos habló de su Aleph, que es un punto donde se encuentra todo lo existente sin estar yuxtapuestos ni estorbándose, sino en perfecta armonía, en 'un hálito vital', un lugar donde el ser humano se sentiría bien. Para los budistas es la forma universal, los filósofos dicen de él lo absoluto, y lo que nosotros mortales  decimos que es  lo que en lo íntimo de nuestro ser añoramos, y por eso el Arte y sus gamas.

   Creo que por ahí va el concepto de su obra, que en su evolución plástica tendrá que contar con el más importante elemento de toda obra pictórica, del que nos hablaba Gauguin y que iluminó la pincelada de Vicente: la luz. Muchos pintores hablan hoy en día más que nunca del color y la forma, olvidando que ni ésta ni el otro podrían ser percibidos sin la luz. Un pintor que no tiene conciencia de este elemento es difícil creer que pueda a llegar a ser un gran artista, a lo más se justificará con una pintura "abstracta" que nadie siente. No es el caso de D. Miguel Pérez Aguilera cuando nos deja pasmados por el control que tiene de la luz, algo que se nota ya en su periodo realista. 

   Hay por ahí un cuadro, La Cruz de Mayo, interesante. En él apreciamos aquello que nos cuenta acerca de «la solidez de los planos, la gama de grises, de los colores enteros y dibujos precisos» en sus telas, pero algo más: la luz que les da de frente a los protagonistas, connotando —ya en un plano lírico— la iluminación, lo celestial, traspasando a la vez los cuerpos oscurecidos por los tonos grises y ocres para iluminarlos desde dentro. Es un cuadro impactante, impactante.

   Entonces que nadie se extrañe cuando nos paremos a contemplar su pintura en su época expresionista, pues aquí la luz ha amalgamado la mayor cantidad de elementos posibles para expresar un concepto preciso y claro. Es como dices, amiga Celia, al comparar su visión con un calidoscopio. ¿Y qué cosa es un calidoscopio sino un juego de luz, un reordenar los elementos en función de ella? Es fantástico todo esto.

     Los colores a la velocidad desaparecen, como si no existieran. Sin embargo también podemos descomponer la luz a través de un cristal para que nos revele su secreto. Pues bien, ¿qué ocurre si este fenómeno se aplica en el orden de las cosas? Quiero decir si la luz pasa por el alma de un hombre como don Miguel y se refleja en un transplante de corazón, por ejemplo. ¿O a un cuadro de Picasso, o a las impresiones que nos deja en él ánimo una sinfonía de Mozart? Veremos que se nos revela algo secreto, que en un aparente caos hay un orden, y no una armonía sino la armonía, la del Aleph de Borges, la forma universal de los budistas, la de lo absoluto de los filósofos, o simplemente la de lo más íntimo de nuestro ser, ahí donde nos encontramos conformes y en paz consigo mismos, donde desenvolvemos la exuberancia del hálito vital.

   Pero bueno, por lo menos con estos ojos vio sus pinturas un poeta.

    Harold

P.S.: Gracias, Celia, por la tarde

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