La casa Milà, llamada popularmente La Pedrera, la cantera, es la cuarta y última obra de Antoni Gaudí i
Cornet. La casa se construyó para Don Pedro Milá i Camps y su esposa Doña Rosario Segimón Artells en el solar número 92, esquina a la calle Provenza. Se construyó sobre el derribado chalet Ferrer Vidal y se proyectaron sótano, semisótano, planta baja, cinco pisos y dos áticos. Fue construida entre 1906 y 1910 en el momento culminante de la carrera de
Gaudí, cuando éste plasma su lenguaje arquitectónico y visión de estética. El edificio estuvo en peligro una vez construido, ya que fue denunciado por ocupar un volumen superior al que permitían las ordenanzas municipales. En la decoración de La Pedrera intervinieron el arquitecto Josep Maria
Jujol, los herreros Badia, la fundición Manyach, el yesero Joan Beltran y el constructor Josep
Bayó.
La peculiaridad de este edificio es vencer el esquema ortogonal de las esquinas del Ensanche barcelonés. Gaudí concibió esta edificación extraordinaria como una gran escultura, evitando toda división entre pisos y verticales, de modo que largas horizontales curvas discurren a lo largo de toda la casa, marcando la esquina que separa los dos lados de la fachada, el Paseo de Gracia y el de Provenza. La Pedrera no tiene ni una sola línea recta, ni un solo ángulo, ni siquiera en el interior. Como resultado, los interiores de la Pedrera parecen exteriores y se diría que la naturaleza ha invadido las habitaciones, los muros y el techo, sostenido por columnas que parecen árboles.
Los bloques de piedra traídos desde la cantera de Garraf para la parte baja y piedra calcárea de Vilafranca del Penedés de color amarillo pálido para la parte alta se tallaron ligeramente para dar una sensación de naturalidad.
La parte más impresionante de La Pedrera son las chimeneas, ventiladores y salidas a la azotea, recientemente abiertos al gran público después de su restauración y limpieza. Adorada por unos, rechazada por otros, respetada según los estilos y las modas, La Pedrera ha expresado siempre su imponente presencia, agradable o desagradable. Es una casa que va más allá de las clasificaciones de cualquier estilo, más allá de las escuelas. Un gigante lleno de fantasía que pone de manifiesto la genialidad y creatividad de su arquitecto, pero también la imprenta de una burguesía que acababa de llegar al poder. A partir de 1900, en el Ensanche barcelonés vivía el grueso de la burguesía. El traspaso del centro social del barrio viejo a la ciudad nueva y la atracción que ésta producía fueron recogidas por los escritores de la época. Desde Massó i Torrents hasta Joan
Maragall.
Miguel Menzinsky es fotógrafo aficionado y nos quiere ofrecer su visión particular de La Pedrera a través de sus instantáneas captadas con su cámara. La arquitectura es la ciencia de los detalles. Estos pueden reflejar el periodo y el estilo del edificio y muchas veces constituyen mejores temas fotográficos que la construcción en conjunto. El fotógrafo en este caso se ha decantado por el gran angular, los grandes angulares abren sus brazos fotográficos para abarcar una amplia vista, muy útil para paisajes panorámicos. Cuando aparecen en el encuadre tanto el primer término como el fondo, el gran angular parece aumentar la distancia que los separa. Este aumento es tanto más pronunciado cuanto menor sea la distancia focal. Un objetivo de 16mm puede transformar la suave curva de un ventisquero en el perfil de una enorme cordillera. Gracias a este efecto de estirar el espacio, los grandes angulares distorsionan los objetos próximos, lo cual hace inadecuados para retratos y fotografías de arquitectura, en los que conviene dar impresión de realismo. Es por esto que el fotógrafo ha escogido este tipo de objetivo, ya que la obra de Gaudí es todo una fantasía.
El fotógrafo ha dedicado esta serie de instantáneas a los amantes de la arquitectura.
Quedo fascinado en su viaje a Etiopía al visitar la ciudad de Gondar.
Esta ciudad emplazada en el norte del país no recuerda nada a los típicos paisajes de
Africa.
Gondar esta colmada de castillos y palacios de ahí su apodo: el Camelot de
Africa.
Internet permite acercar a amantes de la arquitectura como Gabriela Brizuela
que es arquitecto restauradora, trabaja actualmente en la sección de monumentos históricos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia en San Cristóbal de las Casas (Chiapas) para
estrechar lazos de mundos lejanos.
Para profundizar en la historia que envuelve esta edificación os recomendamos los siguientes enlaces:
Caixa Cataluyna
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Fotos desde Japón
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