La Muy Increíble Historia del Hombre que Recibió el Universo Mientras se Afeitaba
Javier Tornadijo [@] [ehqcd]

Buenas noches, mis queridos lectores. Mi nombre es Sir Lauvron Gesroll, y he sido devuelto a la vida para narrarles una historia sorprendente, la historia de un hombre que recibió el Universo mientras se afeitaba.

Antes de comenzar, desearía expresar mi más sincero agradecimiento al equipo médico del hospital Grand Canard de París que realizó la intervención.

Esta es la historia:

1. No hay nada más grande que el Universo.

A algunos hombres les ocurren cosas extraordinarias. Sucesos inexplicables que cambian sus vidas para siempre. Hechos insólitos que alteran su percepción del mundo, su escala de valores y la relación con aquellos que les rodean. "Héroes", "milagros médicos", "seres afortunados" e incluso "monstruos de circo", son términos que usamos para referirnos a ellos. Términos que no ocultan la admiración, el respeto y hasta el temor, que todos nosotros les profesamos.

Sí, a algunos hombres les ocurren cosas extraordinarias. Pero lo que le pasó a Jim Abbott no le ha sucedido a nadie. Porque Jim Abbott recibió el Universo mientras se afeitaba. Porque no hay nada más grande que el Universo.


2. Jim Abbott se afeita.

Jim Abbott está frente al espejo tarareando una tema de Nino Rota, con la cara llena de espuma de afeitar y el pelo revuelto. Jim Abbott comienza a afeitarse y antes de que la afilada hoja de la cuchilla se pose sobre su cara se detiene. Se detiene porque ha escuchado un ruido. Se detiene porque alguien ha dicho su nombre. Es decir, que Jim Abbott deja de afeitarse porque alguien ha dicho "Jim Abbott".

- ¿Señor Abbott? - pregunta el desconocido. - ¿Señor Abbott? - repite otra vez.

Jim Abbott no sale del cuarto de baño. Se queda inmóvil, atento a cualquier sonido. Esto es, en mi opinión, porque está dudando. No sabe si la voz que ha escuchado es real o no. Y como después de varios segundos no ocurre nada, Jim Abbott reanuda la tarea de afeitarse, ignorando que muy cerca, en el salón, un par de hombres están sentados, esperándole.



3. "El Universo es suyo, señor Abbott".

- Señor Abbott, ¿sería tan amable de salir del cuarto de baño? Le aseguro que sólo le robaremos un minuto de su tiempo.

Esto es, más o menos, lo que acaba de oír Jim mientras yo les hablaba a ustedes de los extraños hombres del salón. Ahora Jim ya no duda. Hay alguien ahí fuera. Sin terminar de afeitarse, Jim Abbott abre la puerta y sale del cuarto de baño.

- Ah, fantástico señor Abbott, pensábamos que no estaba usted en casa- dice uno de los hombres. Evidentemente está mintiendo.

- ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí? - pregunta Jim, bastante molesto, según me parece.

- Verá, señor Abbott, somos **** y **** [he borrado deliberadamente los nombres, les pido disculpas por ello], y estamos aquí para comunicarle una grandiosa noticia para usted.

- ¿Van a venderme algo?

- Ja, ja, ja. No, señor Abbott, claro que no. No vamos a venderle nada.

- Se trata más bien de un regalo, señor Abbott - dice el otro hombre, que hasta ahora había permanecido en silencio.

- ¿Cómo demonios han entrado en mi casa? - pregunta Jim, todavía molesto

- Atravesando la pared, señor Abbott. Pero no nos desviemos de lo verdaderamente importante. Estamos aquí para darle una buena noticia.

- Una noticia grandiosa.

- Eso es. Grandiosa.

- Verá, Señor Abbott - dice el segundo hombre, levantándose del sillón-. Estamos aquí para comunicarle que el anterior propietario del Universo ha fallecido. No le diremos de quién se trataba ni cuál fue la razón de su muerte. Lo único que debe saber es que la línea sucesoria llega hasta usted. Por este motivo usted, Jim Abbott, se convierte en el nuevo heredero del Universo y de todo lo que hay en él.

- El Universo es suyo, señor Abbott. Completamente suyo.


4. Ahora que lo tienes, termina de afeitarte.

Evidentemente Jim se no cree ni una sola palabra de lo que le dicen, y acaba echando de su casa a los dos hombres. Evidentemente Jim termina de afeitarse y, tras desayunar, sale a la calle para comprar una nueva cerradura. Evidentemente, y perdonen si me pongo muy pesado, los dos hombres vuelven a entrar en la casa de Jim y le roban el frigorífico, el televisor, el equipo de sonido y los álbumes de Nino Rota, excepto "The Florentine Straw Hat" (1946), que es el preferido de Jim y el mismo que tatareaba al principio de nuestro relato.


Ustedes pensarán ahora que esos dos hombres atravesaron la pared de la casa de Jim Abbott con la única intención de robarle sus electrodomésticos... pero se equivocan. Aquellos dos extraños sujetos le dijeron la verdad a Jim. El que decidieran hacerse cargo de algunas de las pertenencias del señor Abbott fue algo que surgió después. "Una recompensa por el trabajo bien hecho", en palabras de uno de ellos.

"¿Y qué fue de Jim Abbott?", se preguntarán ustedes entonces. Ah, Jim Abbott, vaya tipo más afortunado. ¿Saben lo que ocurre cuando alguien recibe el Universo? Seguro que no se lo imaginan. Y seguro que Jim nunca reparó en ello. Y es que, desde que el bueno de Jim Abbott recibiera el Universo, no se le volvieron a quemar las tostadas, jamás se cortó al afeitarse, nunca se tropezó al caminar ni tuvo que hacer cola para entrar al cine, no volvió a perder las llaves y ninguna estúpida máquina se quedó con su cambio. Sí, el bueno de Jim Abbott jamás recibió publicidad en su buzón y su aliento olió siempre a menta fresca y siempre llegó a tiempo a las citas y no se olvidó del cumpleaños de ninguno de sus amigos y ... y para qué seguir, ¿verdad?

Saben, siempre que pienso en Jim Abbott caminando por ahí, sin saber que el Universo es suyo, no puedo reprimir una gran carcajada de felicidad.

monstruos de circo espuma de afeitar su muerte carcajada de felicidad.

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