ÉPOCA REALISTA

Autorretrato en París
Autorretrato en París

  Lo que obstaculizó todo fue mi llegada con treinta años a Sevilla y encontrar un clima completamente consevador, una serie de figuras, petrimetres, pequeñas figuras, pero muy figuras, figurones enormes. Fue después de las Navidades de 1.945 y mi intención era siempre regresar a Madrid, no siquiera había aparecido El Paso y eramos un grupo de jóvenes muy independientes - hoy los once aquellos son figuras, menos éste que anda por aquí-, aunque nuestra vanguardia es relativa, en 1.941-42 era poco más o menos un Vazquez Díaz, Utrillo, pero no la gran vanguardia que hasta tiempo después no fue aceptada ni siquera en Francia. Niña   Lo más que podíamos hacer era un expresionismo, sin conocer el alemán o un durísimo concepto del volumen, como ese autorretrato, muy influenciado por Vázquez Díaz. No habíamos visto nada y además sentíamos  un sentido muy conservador de la vida. Sabíamos nombres, Kokoschka, Van Gogh, Gauguin, pero ver pintura no.

  Mondrián expuso por primera vez en París casi en los sesenta, no les interesaba, se reían de esa pintura mimética delimitada a planos y líneas horizontales y verticales.

  Eramos admiradores de Vázquez Díaz, Nonell y toda la pintura francesa que no empecé a conocer hasta el 48, que lo pasé en París.

  Nos llamaban afrancesados y Picasso era para ellos la negación. Cuando podía me iba a Madrid, París, Italia, siempre con la esperanza de marcharme de Sevilla, aunque no lo conseguí, trabajo, familia, casa, en fin, incluso desistí y me meto dentro del clima de la pintura de esta ciudad y me agobia totalmente.

  Tengo el año de 1.953 de los más felices de la pintura haciendo retratos de niños y demás, pero llegó un momento en que me dije ¿ donde están tus posibilidades como creador?.

Loquillas   Estaba haciendo lo mismo que en aquellas exposiciones de la joven escuela, bodegones, paisajes, pero nada y me dije; tienes que cambiar, y el prometerlo fue rotundo. Hasta entonces llevaba  a mis cuadros un neocubismo. Es lo que hacía Vazquez Díaz y yo, como seguidor suyo, concretaba aún más. Era una pintura de solidez en los planos, de gamas grises, color  entero y dibujo preciso, con la que abordaba  desnudos, paisajes desolados, bodegones y retratos. En Francia mamé en toda su extensión la pintura contemporánea y aquello dejó huella en mi labor. Me descubrió la austeridad y limitación de mi forma de expresión.

Ante la presencia de aquellos artistas mi pintura se hizo más etérea y sutil. Más espontánea. Tras un periodo de crisis que duró cuatro años no hice otra cosa que investigar. Sentía en mi la insatisfacción que produce la continuidad de un estilo y me sentía acabado. No me seducía lo más mínimo seguir pintando una traslación del natural al cuadro y a cada momento me daba cuenta de que revolucionar no era tarea facil.

  No puedo comprender la pintura de Monet, Cézanne o Picasso más que como una academia. En arte figurativo ya no hay nada que hacer, ni en el informalismo fácil ni todo eso del realismo mágico me interesa, coger la lupa y copiarse la hierbita o una puntita con óxido en la cabeza, hay que orientar a los jóvenes hacia algo que no sea la pura facilidad manual que es lo que tienen hoy, pero no veo que en las escuelas de bellas artes tengan interés.

  Soy un observador casi... no digo veinticuatro horas porque me paso seis durmiendo, pinto y observo, no puedo estar media hora sin hacer algo, la televisión la odio. Si tienes el sentido de querer captar, conocer el mundo en que vives, llegas a descubrir cosas verdaderamente admirables, y a decirle que no a otras muchas. Aníbal Gonzalez no me dice nada, me parece un pastel y sin embargo veo cosas de Oiza y las valoro tanto, son fabulosas.

Cruz de Mayo

  Me interesa más cualquier maestro del caos, Modigliani, Soutine, Nölde, Kirchner que toda esa pléyade de manieristas barrocos cuya perfección es absoluta y absolutamente aburrida.

Feria Divido la historia de la pintura entre aquellos que amaban el pecado, su sabor agridulce, y que llamamos revolucionarios, exaltados, innovadores, Goya, Rembrant, El Greco, Velázquez, Picasso y un largo etcétera de mártires malditos y aquellos de moral y hechos de perfecciones indiscutibles, Guido Reni, Ingres y otro largo etcétera.

En el arte no hay regionalismos, tan cerca de mi están Piero della Francesca y Rembrant como Velazquez. Estos aparecen en mis razones como familiares próximos. Creo que la región es algo político, el arte fraterniza mi mente y se amalgama con todos aquellos que comulgan con mi credo artístico.

  Además de Goya, que es el grande, mis ancestros son Velázquez, Zurbarán y Murillo.

  Al entierro de Solana, que lo acusaban de hacer pintura literaria, no fuimos más de cuarenta personas, recuerdo a Vázquez Díaz haciéndole un dibujo arrodillado junto al cadaver con la boca llena de algodones y un trapo envolviéndole la cara. Yo era un pobre muchacho provinciano con una chepa grandísima, con la cumulada por unas circunstancias familiares y de todo tipo, como el no haber podido estudiar ni siquiera bachillerato y ser uno de los ocho hijos de una familia en la que casi todos eran guardias civiles. Yo También estaba destinado a serlo. Hasta que pensé en formar mi propia vida. Tanto había soñado con aquel momento que lo primero que hice al llegar a la Escuela de Bellas Artes fue arrodillarme, soy muy apasionado y encontrarme ante aquel edificio me emocionó. Paya de Somorrostro
Salir de las páginas de arte

Una ruptura con el pasado, ir a su época expresionista

CIBERJOB Y EL ARTE