Coincidencias II
Yaiza [@] [www]

Conocí a Pecesita hace un par de años en la Anchorage de Michelle Shocket. Se puso ese nombre por la canción de Janis Joplin "Piece of my heart".

Ella estaba allí porque había leído en el Reader's Digest que la proporción de hombres-mujeres era de 10 a 1, así que si al menos las estadísticas por una vez la respetaban, tendría 10 varones para probar...más alguno que le pillase de rebote de otras... Pero como todos sabéis las estadísticas mienten, dicen por ejemplo que el hombre promedio tiene 1,95 piernas por ejemplo....y no digamos el Reader's....

La cosa es que estaba la pobre decepcionada porque había descubierto que la estadística se había olvidado de los animales domésticos....competencia cruel especialmente cuanto nieva de esa manera y no hay forma de quedar con nadie...


Ese día hacía un frío tremendo así que me metí en el primer y único bar (qué diferencia con España...), pensando qué coño se me había perdido a mí en Alaska. Había unos irlandeses rascando violines mientras unos presuntos cowboys zapateaban las maderas del suelo para que aquellos maullidos al menos tuviesen algo de ritmo. La verdad es que daba igual mientras hubiese wisky barato que bajarse por la garanta. De repente una "voluntaria" subió a la tarima de madera y asió el micrófono como si fuese el último pene del mundo. Ni que decir tiene que era ella, Pecesita.

Pensé que iba a cantar un bañenato, una cumbia, un tango, o un merenge....incluso se me pasó por la cabeza que emulase a la Shanya Twain...o a Celyn Dion, pero no. Largó un empalagoso discurso de lo grande que eran los Estados Unidos y lo estupendo que era ser americano.

Todos aplaudieron aquellas palabras reconfortantes, como si fuese el cuarto gol de España ayer. Cuando descendió de la tarima todos la abrazaron, todos saltaban y querían tocarla mientras el violinista irlandés volvía a maullar algo así como el Born in the USA....nadie quería quedarse sin tocar a aquella mujer, a aquella Woitijla profética que tan bien había hablado....La masa necesitaba un trozo de las prendas de aquella mujer y fueron cayendo botones, pañuelos, puños, mangas, bragas, medias...hasta quedarse desnuda. Me acerqué y ví que era hermosa, muy hermosa, a pesar del peinado horrible que se había hecho. Le ofrecí mi cazadora, que con lo grande que era le hacía de vestido sin problema.

 

 

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hombre promedio | algo de ritmo | mejor que un orgasmo