De nada, un poco
Ramona Yanes [@] [www]

    

_Soy elegante, guapo y tengo dinero. Soy elegante, gua... 

_Aderlo, trae el cepillo de barrer. 

_¿Ahora? Estoy posando. 

_Sí, ahora. ¿ No ves que eres tonto? ¿ qué más te da posar que no? 

_Ya sé que soy tonto, pero... Puedo hacer cositas. 

_Claro, tú tienes mucho que dar... 

_Marleca, soy tu marido. ¿No lo recuerdas? 

¡Dejaré de saberlo! Te tengo delante siempre... usas la misma colonia. Ese tufillo... 

_Que me hace olvidar que soy de aquí. 

_A mí en cambio me hace recordar que soy de allá. Tu tía, antes de sucumbir des- 
de el cuarto piso, lo iba diciendo. "No soy de aquí, ni soy de allá..." 

_Mi tía, Ardelo, cantaba mucho. !Menos mal qué se cayó! Si no ahora me sabría 
la canción de memoria. Pobre, tan pálida; se lo dije: vaya a la playa, pero no, se 
empeñó en decir que había mucho agua... le iba a sobrar casi toda. 

_Sí, querida, siempre pensaba que le iba a sobrar. Le propuse un día vaciar el mar 
a cambio de ahogarse pero no quiso; a tu tía, le gustaba vivir mucho. 

_Sí, querido, le gustaba... Ay... 

_Se lo dije, con tanto gustarle algún día " zaz ". 

_Es que no tienes cuidado, Aderlo, decirle a la tía que había rejas en la ventana. 

_! Mujer! Si sabe que no hay... 

_Eso es cierto, no hay que informar tanto. Qué guapa se quedó, marido mío. Menos 
mal que no era tu tía, sino la mía. 

_¿No? Y yo que creí que si lo era... Pero anda, dame la escoba que mida la distancia. 

_Ardelo, ¿qué distancia? 

_La que hay desde el ventanal hasta aquí. Te lo dije, compra un metro pero tú... 

_Y, ¿dónde compro yo un metro? Se te antojan cosas muy extrañas, un metro... Ni 
que los metro estuvieran en cualquier tienda. 

_¿No? ¿Es eso lo que quieres decir? 

_Naturalmente, desde que estás nervioso no paras de decir cosas que no comprendo. Te 
lo dije, Ardelo, no hay que precipitarse, pero no tienes paciencia, y hala... A em- 
pujarla. ¡ Y por la ventana! Menos mal que era de noche y nadie te vio.. 

_Sí, las tres de la madrugada, una hora excelente, lástima de tiempo que perdí. Has de sa- 
ber, Marleca, que me costó gran ezfuerzo. Pesaba mucho tu tía  
Se lo dije: adelgaza, que no sé si va a poder Ardelo contigo. Pero terca de ella se ponía 
morada. 

_Marleca, algo de trabajo debía costarme. Tú, cielo, lo ves todo muy sencillo. 

_No, sino protesto. Sólo me hallo con algo de espina.. 

_¿Y eso? 

_ Me dijo: “Figúrate, hija: debiéramos liquidarlo” _¿A quién? 

_Supongo que a ti, no especificó mucho. Pero tengo intuición. Era a ti seguro. Y pensar 
que te adelantaste...!Quién lo iba a decir! No sé por qué no le caías bien, siempre te mi- 
raba mal. 

_¿A mí? 

_Cierto, a ti. De tus manos decía que, eran demasiado grandes. Un día que estábamos en 
casa de Arlisa, ¿recuerdas? Bueno, al coger la pasta para mojarla en el chocolate, se que- 
dó según ella atónita, tapastes toda la bandeja. 

_Sí, no me puedo quejar, mis manos son enormes. 

_Además tus uñas son largas y dan un cierto toque de distinción. 

_Exacto, hoy me las limé un poco. No quiero parecer un garfio, ya sabes que cuando te 
rasco la espalda, sino tengo cuidado, te dejo marcas. 

_No importa, Ardelo, me gusta que las dejes. ¿Cómo sino voy a saber que me rascaste? Y 
a lo que iba, antes de que se me vaya de la mente. Pues eso, pensaba liquidarte, así que 
menos mal que te diste prisa. Yo no le dí demasiada importancia, después de todo... 

_¿Qué? 

_Eso, después de todo no ibas a sufrir. 

_¿No? Debe ser algo horroroso que te tiren por la ventana. 

_No, si por la ventana no era... 

_Ah... ¿Pues por dónde? 

_Por ningún sitio, hay otros métodos menos violentos. ¿No creerás que iba a imitarte? No, 
sería demasiado. Ella tenía en mente darte un jarabe para la tos. 

_¡Un jarabe! ¿Pero sino tengo tos? 

_Ahora no, pero pronto llega el invierno. ¿y, quién no tiene tos en invierno? 

_También es verdad, Marleca, !menos mal que me adelanté! Si no ahora... 

_Hay que darse prisa querido, para que no te cojan la vez. 

_Y,¿ahora qué hacemos? 

_Nada, Ardelo, esperar. 

_¿A qué? 

_Pues a ver quién es el que se espabila antes. No me gusta la compañía. Hace días que 
lo noto. Llevamos casados treinta años. 

_Sí, toda una vida, Marleca, pero no te preocupes. 

_¿No? 

_No, has de saber que el café está en mal estado; y me dije: ahí es dónde debes de actuar. 
A Marleca, le gusta mucho. 

_¿Me has envenenado ingrato? 

_No sufras, Marleca, tarda en hacer efecto. !Imaginaté! 

_Así, que estoy envenenada. 

_Posiblemente, pero no sufras, has de estar tranquila. 

_Ardelo, llama a una ambulancia y le cuentas lo que has hecho. Ya sabes, que me hagan 
un lavado de estómago. 

_¿No creerás que soy un chivato? Eso ni hablar, yo no llamo a nadie. 

_Aderlo, por favor... 

_Ni Aderlo, ni nada. Hay que conformarse, el más rápido gana. 

_Así, que me envenenaste. Pues yo no siento síntomas. 

_Ya los notarás, ya... No tienes espera. Estas uñas me 
deprimen, Marleca, ¿no tendrás algo para que me las corte? 

 
soy tu marido | De tus manos decía que, eran demasiado grandes

Faro

Puente

Torre

Zeppelín

Rastreador

Nuevos

Arquitectos