sábado, febrero 28, 2004 :::
Fuente: El País
Fecha: 28-2-04
Autor: R. Fraguas
Sabanés denuncia la degradación de los jardines del Retiro tras privatizar el Ayuntamiento su conservación
Madrid
Inés Sabanés, portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid, hizo ayer suya la denuncia firmada por 65 jardineros municipales sobre la degradación del parque del Retiro tras la cesión de las tareas realizadas tradicionalmente por ellos a contratas privadas, cuyas deficiencias y reparaciones se les encomienda, precisamente, a los jardineros a quienes se les arrebata.
Los trabajadores denuncian que el control de la calidad del mantenimiento y de las obras de las contratas privadas es ejercido por un técnico no perteneciente a la plantilla municipal -a su vez contratado- y se quejan por la falta de sanciones a las empresas incumplidoras de las encomiendas y que se ven, pese a ello, paradójicamente prorrogadas.
La portavoz de IU, que se recupera de un reciente episodio de estrés que obligó a su ingreso hospitalario, hizo un recorrido por el parque madrileño y mostró evidencias en las que fundamentó tales críticas, concretamente en el paseo del Paraguay, que une la fuente de la Alcachofa, junto al estanque grande y la cabecera del Parterre. En este lugar, Sabanés mostró los efectos de unas recientes obras asignadas a una contrata privada que, con el propósito de desembalsar de agua el paseo en los días de lluvia, ha dejado desenraizadas decenas de viejos árboles, sobre todo castaños de Indias. "La vida que queda a estos árboles es de apenas dos años", explicó.
Según Sabanés, "es preciso un plan integral de recuperación del parque del Retiro, en cuya elaboración participen las asociaciones ciudadanas y vecinales concernidas, como ha sucedido en la Dehesa de la Villa". Para la concejal "no es suficiente que se designe una dirección gerencial, sino que, bajo el liderazgo municipal y dentro del estricto respeto al patrimonio animal, vegetal y monumental que este parque alberga, se invierta dinero en dotaciones y en regulación de usos, en la recuperación de espacios deteriorados, en el diseño de un mapa de ruidos y de contaminación en el entorno circundante, para atajar el deterioro de este parque histórico". El Retiro, con un centenar de jardineros, tiene 116,84 hectáreas, data del siglo XVII y recibe casi medio millón de visitantes semanales.
::: Noticia generada a las 12:49 PM
jueves, febrero 26, 2004 :::
Fuente: Consumo Digital
Fecha: 20-2-04
Rutas por Aranjuez
Aranjuez cuenta con tres nuevos folletos informativos que pretenden potenciar el turismo rural en el Real Sitio dando a conocer la enorme riqueza paisajística que atesora la ciudad y las rutas que se pueden realizar para conocerla. Bajo los títulos "Espacios Naturales", "Historia y Naturaleza" y "La Vega y el Páramo", estos trípticos informativos nos guían por tres rutas que descubren espacios tan singulares de Aranjuez como el Mar de Ontígola, El Cortijo de San Isidro, las vegas de los ríos Tajo y Jarama, los Paseos Históricos o la gran variedad de cerros, yesíferos y de otros tipos, que se alzan alrededor del valle en que está ubicado Aranjuez.
Estas tres guías turísticas han sido elaboradas por la Fundación Aranjuez Natural, con la financiación del Programa de Desarrollo y Diversificación Económica de las Zonas Rurales (PRODER). En principio se han editado 2000 ejemplares de cada una de las rutas, un total de 6000 ejemplares, que se repartirán en la Oficina de Turismo. Con la publicación de estas rutas turísticas se pretende fomentar el turismo rural a la vez que se da a conocer la riqueza, paisajística y medio ambiental de Aranjuez y su entorno, fundamental en la obtención del título de "Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad" con que fue declarada la ciudad por la UNESCO.
Historia y Naturaleza.
La ruta "Historia y Naturaleza" nace en la Glorieta de Santiago Rusiñol, puerta de entrada de Aranjuez, y se dirige hacia el noroeste a la sombra de los centenarios ejemplares de plátano, así como de otras especies de más reciente plantación, que flanquean la calle La Reina. La calle La Reina forma parte del denso entramado de paseos arbolados que configuran la estructura de la ribera que Tajo y Jarama comparten antes de unirse.
A la izquierda, tras un soberbio muro de ladrillo, el Jardín del Príncipe ofrece su sosiego de siglos.
Fue creado por Carlos IV conforme a las tendencias europeas del siglo XVIII, aunque perviven en él elementos anteriores como la Huerta de la Primavera o el embarcadero de Fernando VI.
La naturaleza, domesticada y recreada, se somete al ideal ilustrado de belleza: largos paseos arbolados se extienden por la ribera del Tajo descubriendo jardines en los que simetrías y perspectivas se disponen para la calma. El paso del tiempo quiere tornarse aquí juego de luces y sombras que se demora en estatuas, fuentes y estanques.
Miles de especies vegetales, muchas de ellas traídas de tierras lejanas, se ordenan para deleite del paseante y curiosidad del botánico. Un interminable ajetreo de mirlos, faisanes y otras muchas aves animan los jardines quietos y pueblan el silencio de cantos.
Continúa la ruta tras cruzar el río Tajo por el Puente de la Reina, se toma la calle de San Isidro que conduce, por un paseo arbolado entre cultivos de regadío, al Real Cortijo de San Isidro.
Creado por Carlos III en una tentativa ilustrada de aproximar lo rústico y lo urbano, el Real Cortijo de San Isidro fue concebido como un espacio de estudio y experimentación para racionalizar la explotación agrícola. Aunque han sido numerosas las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos, se conserva buena parte de su estructura de calles ajardinadas y paseos arbolados que se adentran en las huertas.
Hacia el norte la calle San Isidro atraviesa huertas y regadíos hasta morir en el camino del Puente Largo, que deja atrás la vega para ascender hacia la campiña. El paisaje cambia en unos centenares de metros: la fértil tierra ribereña deja paso a un relieve alomado de secanos, olivos y retamas. Podemos ascender, entre barbechos y olivares, a los altos que dominan la vega del Jarama. Lo pedregoso del terreno testifica la acción sedimentaria del río; el encajonamiento durante milenios del Tajo y el Jarama ha dejado estos altos como señal de los antiguos dominios del agua.
A la altura de un edificio en ruinas, a la izquierda de la marcha, la Vereda del Vadillo de los Pastores de Colmenar -paralela al Canal de la Cola Alta- devuelve al viajero a los Paseos Históricos.
Su trazado, aunque se amplía y evoluciona desde el siglo XVI al XIX, conserva en la actualidad la melancólica luz de un tiempo en el que la razón aspiró a someter a la naturaleza a leyes geométricas.
Los Paseos Históricos conectan las huertas y los sotos con el casco urbano, el Palacio Real y los jardines, pero sobre todo expresan una evocación de orden en la ocupación del territorio que hace de Aranjuez un precedente único de relación entre lo urbano y lo natural. En la actualidad los Paseos Históricos se ofrecen al visitante como el esqueleto de lo que en el siglo XVIII fue un oasis en el que belleza, productividad agrícola y biodiversidad desafiaban, a la vera del Tajo, los rigores de la meseta castellana. Olvidado y degradado durante décadas, aquel paisaje parece animar recientes esfuerzos por recuperar el esplendor perdido, reinterpretándolo en clave de sostenibilidad.
Tras recorrer unos tres kilómetros, a la vista ya la carretera M-305 de entrada a Aranjuez y el verde nutrido por el Jarama, la ruta regresa hacia el sur por la Vereda del Vadillo de los Pastores de Colmenar culminando el rodeo en la calle Princesa. Sobre los páramos que se asoman al Jarama resiste un viejo encinar adehesado de escasas hectáreas, en el que aún se dejan sorprender conejos, perdices y liebres.
Atravesando la calle Princesa, el camino se dirige entre los tilos y plátanos de la calle Los Altos hacia el Tajo y regresa, paralelo a la carretera de entrada a Aranjuez, al Puente Barcas.
::: Noticia generada a las 7:26 PM
domingo, febrero 22, 2004 :::
Fuente: Madriddiario
Fecha: 22-2-04
Autora: Ana Narbón
Estación tropical
El Invernadero de la Estación de Atocha es el único en el mundo de estas características
En pleno centro de Madrid se encuentra un jardín tropical que es único en el mundo, por sus características, su ubicación y las plantas que alberga. Se trata del Invernadero de la Estación de Atocha situado en el mismo lugar donde un día estuvieron los antiguos raíles y andenes de esta terminal. Desde que el jardín fue inaugurado en el año 1992 ha ido creciendo de tal forma que hoy en día existen en sus 4.000 metros cuadrados de zona verde un total de 7.200 plantas de 260 especies originarias de distintos lugares como la India, Australia, Asia o China, entre muchos otros. Por todo ello, el invernadero se ha convertido no sólo en un lugar de paso para los viajeros sino en un sitio donde las visitantes se paran a descansar, leer o simplemente hablar, en un clima típicamente tropical.
En medio del bullicio de cualquier estación, con las idas y venidas de los viajeros y el trasiego de las maletas, la terminal de trenes de Atocha esconde en su interior un tesoro ambiental que ha sido testigo desde 1992 -año de su inauguración- del paso del tiempo. Sin necesidad de comprar un billete para el trópico y sólamente a unos metros de los andenes del Ave cualquier persona puede introducirse en el único jardín tropical que existe en el mundo con estas características: el Invernadero de la Estación de Atocha. El denominado árbol del viajero -dice una tradición que si el visitante se pone delante de él y pide un deseo se cumplirá- es el encargado de dar la bienvenida a cuantos deciden introducirse en esta selva amazónica y húmeda, cuya principal característica es que alberga especies de dos regiones: tropical y subtropical. Para ello, la temperatura se mantiene entre los 22 y 24 grados y la humedad entre el 60 y el 70 por ciento.
La iluminación es casi natural ya que, por una parte, dispone de la cristalera abierta en la parte superior de la histórica montera, y, por otra, recibe una luz artificial que intenta simular la radiación solar, por medio de una luz blanca y amarilla. En total, hay una iluminación artificial de 200 kilowatios solamente para el jardín mientras que para conservar la climatización adecuada existen ocho máquinas que aportan 325 kilowatios de energía térmica. Es energía medioambiental de gas natural, tanto la eléctrica como la térmica, "por tanto es ecológica y no contamina", según asegura a este respecto el encargado de la maquinaria del invernadero, José Alberto López. Gracias a este complejo sistema los visitantes pueden contemplar unas plantas que nunca se podrían ver en el exterior, debido a sus especiales características. De esta forma, en los 4.000 metros cuadrados de zonas verdes plantadas que tiene el invernadero hay 7.200 plantas de 260 especies diferentes, provenientes de la India, África, China o Australia.
Entre todas ellas, destaca la planta denominada Washingtonia -en honor a George Washington, el primer presidente de EE.UU- por ser la más alta de todo el invernadero, ya que pueden llegar a medir entre 30-40 metros. En este sentido, el jefe de terminal de Renfe, Francisco Prats, afirma que "en este espacio llega casi a la bóveda por lo que la hemos puesto sujeciones para evitar posibles riesgos para las personas. Es una medida de prevención porque aquí hacemos análisis continuados a las plantas y sabemos que su estado de salud es bueno. Pero por si acaso, la hemos sujetado para que no haya riesgo alguno". Otra de las características de este espacio tropical es que una gran parte de las plantas expuestas han sido utilizadas por el hombre a lo largo de su historia para obtener un provecho. Es el caso del árbol de la caoba o el llamado árbol del pan "que se han utilizado por las culturas indígenas durante muchísimos años", según destaca Javier, uno de los responsables del mantenimiento de este jardín. Pero no son los únicos que han podido sacar al hombre de un apuro ya que el anteriormente citado árbol del viajero -además de conceder deseos- almacena agua en sus hojas.
Los cocoteros, la palmera real cubana y las plataneras así como las heliconias, las palmas botellas -que están extinguidas en su hábitat natural-, o las patas de elefante y las aves del paraíso consiguen también recrear una verdadera selva del Amazonas. Además, para los que están enamorados, el invernadero acoge la denominada, popularmente, Costilla de Adán, que según explica Javier se debería llamar "árbol del amor", porque su "nombre científico es lo que significa". Los paleontólogos pueden encontrar en el jardín tropical la planta fósil, denominada así porque es del periodo mesozoico, mientras que para los amantes del café el invernadero guarda en su interior una planta de este tipo "que hemos llegado a recolectar aunque no hemos probado el café", afirma el responsable del mantenimiento de esta zona verde.
Tortugas en el estanque
El árbol del caucho -con el que los aztecas hacían zapatillas y balones para jugar al fútbol- junto con los helechos o el palo borracho son otras plantas que se pueden encontrar en el Invernadero de la Estación de Atocha. Todas estas especies vegetales se encuentran situadas justamente donde antaño estuvieron los raíles y andenes de la antigua estación de ferrocarriles. Un recuerdo nostálgico que a muchos viajeros les gusta rememorar paseando por el invernadero. Sin embargo, ahora, en vez de al jefe de estación y a los vagones de los trenes los visitantes contemplan un espacio tropical donde hay incluso tortugas en el estanque así como cerca de 200 peces de 22 especies distintas que sirven como complemento ideal para el invernadero. "A veces hemos tenido problemas con las tortugas porque la gente ha venido al estanque y ha echado, sin pedir permiso, galápagos o tortugas más grandes. Pero el estanque no está para eso. No se pueden ni llevar ni echar tortugas", afirma contundente Francisco Prats.
Sin embargo, las tortugas no han sido los únicos animales que han llevado los ciudadanos a este invernadero ya que incluso, en alguna ocasión, se llegaron a retirar culebras, carpas, y anguilas. "Pedimos que por favor se respete el estanque y no se utilice como un lugar donde se pueden desechar materiales o animales", declara Prats. Algo lógico si se quiere preservar este entorno natural que se ha convertido en un punto de encuentro entre muchos turistas y madrileños que pueden viajar, de forma totalmente gratuita, al mundo tropical.
::: Noticia generada a las 10:22 AM
jueves, febrero 05, 2004 :::
Fuente: Yahoo!!
Fecha:4-2-04
Autor: Europa Press
El Jardín Botánico de Madrid organiza un taller para acercar al público las coníferas autóctonas de la Península Ibérica
Madrid
El Real Jardín Botánico de Madrid, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha organizado, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Real Jardín Botánico, un taller sobre las coníferas autóctonas del país que se ofrecerá el próximo día 19 a las cinco de la tarde con una duración de dos horas.
Bajo el título de 'Las Coníferas en la Península Ibérica' este taller es una iniciativa que está dirigida al público en general y que tratará de acercar a sus participantes las claves y rasgos característicos para reconocer las diferentes especies de coníferas autóctonas de este territorio, según informaron los organizadores.
Este taller tendrá una parte teórica, en la que se ofrecerá a los participantes una sencilla clave de identificación y se darán detalles sobre cada una de las especies de la Península Ibérica, así como otra parte práctica en la que se presentarán las coníferas para el reconocimiento por parte de los alumnos.
El taller tendrá un precio de 10 euros para los socios de la Sociedad de Amigos del Jardín Botánico y de 15 euros para los que no tengan carnet de socios. Los interesados pueden apuntarse llamando al teléfono 91-420-04-38.
::: Noticia generada a las 11:44 PM