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Jardines de Venezuela


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jueves, diciembre 30, 2004 :::
 
Fuente: La Nación
Fecha: 3-12-04
Auror: Fruto Viva


Rafael Rojas: Jardinero de la esperanza

La historia de la arquitectura paisajística se remonta a los Jardines Colgantes de Babilonia, a los templos milenarios de los emperadores japoneses, donde en los jardines se podía leer el universo, a los grandes jardines de los palacios alemanes, franceses e ingleses del siglo XVII, que todavía hoy deslumbran con sus árboles podados con el colorido espectacular de sus flores, donde los jardineros del barroco dejaron su huella junto a fuentes encantadas y grupos esculturales compartiendo toda la flora, uno de ellos, en especial, el Jardín del Palacio de Invierno en Petrogrado, de la época de Pedro “El Grande”.
Pero, para nosotros que heredamos de España todo el esplendor de sus patios perfumados de las grandes casonas coloniales, la referencia de los Jardines Árabes construidos en España durante siete siglos, es quizás uno de los modelos más sublimes para disfrutar el encantamiento de la naturaleza: las albercas, el agua en movimiento, las grandes masas de árboles donde la música del viento, del agua junto al perfume de las especies, el bairum, la canela...
Bastaría caminar por los jardines de la Alhambra o del Generalife en Granada, España, para poder sentir la simbiosis entre naturaleza y arquitectura, vistas como una amalgama entre arquerías bruñidas en oro y carmín (...) La llegada a Brasil de la arquitectura moderna, con Lucio Costa, Oscar Niemeyer, los hermanos Roberto y Sergio Magalhaes, abre las puertas a un nuevo discurso y con esta arquitectura un jardinero maestro, de casi todos los jardineros modernos del Brasil, aparece Roberto Burlemarx, conocedor e investigador profundo de la flora brasilera y creador de los jardines que él llamó de “La innatural naturaleza” .
El vino a Venezuela y entre otras obras, nos dejó el bellísimo Parque del Este, obra maestra de paisaje urbano diseñado junto a Tabora y Stodart, dos maestros que se quedaron en Venezuela junto a las heliconias del Parque del Este compartido con mi maestro Carlos Guinand, quien me enseñó la magia de la naturaleza, y un venezolano arquitecto formado en esta escuela regresa a Venezuela y nos deja su huella imborrable en la arquitectura paisajista, en Valencia (...) Después de San Cristóbal, donde casi todos los parques fueron elaborados con sus manos, como el Parque de Los Mangos, Plaza Miranda San Cristóbal, Plaza Andrés Bello – Cordero, Plaza Gervasio Rubio en Rubio, Plaza Timoteo Chacón – Santa Ana, el de Agua Gorda, una quebrada donde la ciudad de Táriba se une con el mercado, tuve la oportunidad de compartir con él esta experiencia de ecología urbana. Me tocó diseñar un puente mirador, colgante, para unir peatonalmente a Táriba con su mercado; fue docente de la Universidad del Táchira en la cátedra de Arquitectura paisajista y fundador de su jardín botánico, durante muchos años creó un gran vivero que surtió a San Cristóbal de toda la flora andina, donde vivió entre sus wapaburú y los helechos arborescentes.
Fue maestro natural, lleno de alumnos por todas partes; su carácter taciturno, su sencillez ocultaba la presencia de un gran maestro del paisajismo, estudioso y de una vena creativa singular.
Tuve la suerte de compartir con él y con el gran maestro de la botánica, el Dr. Leandro Aristigueta, un proyecto que hincamos llamado "El Parque Torbes", un parque de más de quince kilómetros de largo que iba desde Cordero, ciudad a 10 kilómetros de San Cristóbal, y El Corozo, aguas abajo del río Torbes. Estudiamos la flora de mínimo mantenimiento como el Quicuyo, una gramíneas que no hay que podar, para hacer un gran paseo urbano por las orillas del Torbes.
Estos dos hermosos bulevares a la orilla de ríos urbanos son muestras de lo que era el proyecto iniciado hace unos diez años para crear el sueño de Ciudad Torbes, uniendo con un parque cuatro (4) ciudades que bordean el río Torbes.
El parque fue iniciado y después abandonado, la ausencia de un poder político urbano audaz impidió ver este sueño realizado, aún posible; por iniciativa del ministro del Ambiente, Dr. Colmenares Finol, tuve la oportunidad de proyectar con este maestro del paisajismo el Parque del Gentilicio Tachirense, donde integrábamos unas doce manzanas del casco urbano de San Cristóbal para crear espacios, tales como integrar la Catedral a una Plaza Mayor que había yo diseñado hacía más de cuarenta (40) años, con un espacio para el patrimonio arqueológico del Táchira, monumento a la gesta heroica de Bolívar que se llamó la Campaña Admirable. El nuevo mercado artesanal, ya que el antiguo mercado fue incendiado por manos criminales; la gran Aula Magna para las graduaciones y actos académicos de los institutos educativos de la ciudad; una concha acústica para la juventud, un centro en homenaje al trabajo de los tachirenses, a sus inventores y artesanos, al maíz, al café, a su caña de azúcar y al trigo; y un arboretum con un mercado de flores en una de las quebradas de San Cristóbal. Este proyecto está aún pendiente de ser realizado y él trabajó y dirigió todo el programa paisajístico del parque.
Este maestro, que llenó a Valencia y a San Cristóbal de jardines encantados, tiene un nombre que nunca olvidarán los niños, que durante más de cincuenta (50) años han compartido sus juegos con las ardillas, los pájaros y las mariposas: se llamó Rafael Rojas.


::: Noticia generada a las 7:13 PM




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