Miscelánea de jardines  

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miércoles, enero 24, 2007 :::
 

Fuente: Ideal
Fecha:5-1-07
Autora: Laura Caorsi


Otras ramas del arte
Los jardines históricos de España suponen una «gran riqueza», pero «están mal conservados»



EL jardín de las delicias', la obra más conocida de El Bosco, llegó a España en el siglo XVI. De origen holandés, el tríptico fue pintado en el año 1500 y es uno de los grandes exponentes del arte flamenco medieval. Para los entendidos, es una joya. Para los aficionados, también. Resulta casi una obviedad señalar que es una de las piezas más famosas del Museo del Prado; es lógico que los especialistas hayan tardado dos años en restaurarla y es comprensible, por supuesto, pagar seis euros por verla. Guste o no el contenido de este óleo, nadie pone en tela de juicio de su valor.

Existen otros jardines, sin embargo, que a pesar de reunir características similares al pintado por El Bosco, no gozan del mismo reconocimiento universal. Tan deliciosos y antiguos como él -o, incluso, más todavía-, son una muestra viviente del arte flamenco, romano, mudéjar, renacentista o hispano musulmán. Son extensos -sólo en Madrid ocupan 2.000 hectáreas-, ricos en especies vegetales, en trazados «a conciencia» y en elementos de ornamentación. Su valor reside en lo que representan: «creencias, filosofías y pensamientos» de otros tiempos. Requieren, por lo tanto, un mantenimiento «periódico y delicado» que, «por desgracia», no siempre tienen. Son los jardines históricos de España.

En la actualidad, nuestro país alberga a más de medio centenar de estos recintos; unos espacios verdes de hasta seiscientos años de antigüedad que, en su día, pertenecieron a la nobleza, la burguesía y el clero. Felipe II, el rey amante de las artes, también lo era de la botánica, de modo que su reinado fue un periodo particularmente fructífero para la combinación de ambos elementos: vida y estética. Paisajismo y naturaleza. Arte en todas sus ramas de expresión. No es de extrañar, por lo tanto, que muchos jardines históricos hayan sido creados en el siglo XVI ni que un tercio del total se encuentre en Madrid.

Pero los dieciséis jardines madrileños, claro está, no son los únicos. Según los datos de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP), Andalucía es la segunda comunidad con más recintos declarados. En total, posee trece. Los restantes se encuentran repartidos en otras ocho provincias, que van de Galicia a Canarias y de las islas Baleares a Extremadura. Diversos, dispersos. Y numerosos. «Sí, pero que haya 51 jardines históricos declarados sólo significa que el Estado es su tutor, no que estén bien conservados», advierte Eleuterio Calleja, miembro y vocal de la AEPJP, cuya misión es «dar la voz de alarma ante el descuido de un patrimonio importante que se debe respetar». Y que, al parecer, «no se respeta».

Este verano, en Madrid, la Feria Internacional de Urbanismo y Medio Ambiente -TEM TECMA- se convirtió en el escenario de esta queja. Los expertos en jardinería, paisajismo, patrimonio y ecología coincidieron en que los jardines históricos «se enfrentan a un proceso paulatino de degradación y pérdida de sus valores esenciales». La falta de cuidados, de especialistas, de recursos y de interés son factores que preocupan a quienes defienden la conservación de estos espacios.

«La jardinería está unida a la arquitectura, a la pintura, a la escultura y al arte en general. Nos enseña cómo vivía la gente en otras épocas -expone Calleja-. Los estilos góticos, neoclásicos, barrocos y modernistas que apreciamos en edificios y museos, también se encuentran al aire libre, pues un jardín es la expresión de un periodo histórico. Lamentablemente, la sociedad no sabe de su valor: en la escuela se habla mucho de catedrales y se pasa por alto la riqueza de los jardines. La conservación, en general, es deficiente», apostilla.

De conservación, precisamente, saben los integrantes de ICOMOS, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, fundado en 1965 en Varsovia. La entidad, que trabaja en estrecha colaboración con la UNESCO, tiene por objetivo preservar y restaurar el patrimonio histórico de diversos países. Entre ellos, el nuestro.

Urbanizaciones

La paisajista Mónica Luengo Añón, miembro del Comité Internacional de Jardines Históricos de ICOMOS, explica que «no en todos los Estados se valoran cabalmente estos espacios» y que «España, en ese sentido, ha tenido una legislación pionera al considerarlos como monumentos». No obstante, «los jardines históricos son obras de arte muy frágiles. Si las dejas de cuidar, se van», recuerda. En esta línea, una guerra -como la del 36, que dañó la Casa de Campo, en Madrid-, un proyecto urbanístico «que se coma parte de los terrenos» o la simple indiferencia pueden resultar nefastos.

Los jardines descuidados son los que corren más peligro, y no sólo por la desatención en sí misma, sino por los planes de futuro que se ciernen sobre ellos. «Muchas veces, las promotoras pretenden edificar sobre estos jardines, utilizando un trozo de los mismos o, incluso, la totalidad. Por supuesto, argumentan que en sus proyectos habrá lugar para nuevas zonas verdes, pero no es lo mismo. Es más, no se puede ni comparar», pone como ejemplo Luengo Añón. De algún modo, la «falta de conocimiento general» explica que España sea «uno de los países más variados» en cuanto a estilos y especies pero, al mismo tiempo, esté «tan mal conservado».

Riqueza y diversidad. A juicio de la experta, «hay dos cosas que distinguen a nuestro país del resto de Europa». La primera, «una variedad de climas y suelos que permite cultivar distintos tipos de plantas». La segunda, «una historia cargada de influencias culturales», que van desde la civilización romana hasta la árabe, sin olvidar las corrientes de los Países Bajos. No es igual el planteamiento de los jardines del Prado, en Madrid, «donde la razón, la simetría y el orden son los protagonistas», que los jardines paisajistas ingleses, «donde predomina la sorpresa, el romanticismo y la emoción». «Ambos son igualmente artificiales, pero en uno se ve el intento del hombre por imponerse a la Naturaleza, mientras que en el otro se pretende mostrar lo contrario».

Las raíces

Mantenimiento. Si alguien sabe de esto -y de Historia-, es Luciano Labajos. El jardinero mayor del Vivero de la Casa de Campo (un área que representa la mitad de toda la superficie verde de Madrid) es un libro abierto en todo lo relacionado con los cultivos del siglo XVI. Y con los vestigios que han quedado en el presente. Con más de veinte años al frente de este jardín, su conversación es un compendio de raíces. Vegetales y de las otras.

«A principios del siglo XVII había más de mil jardines en Madrid -relata-. Existía una gran tradición hortelana y se había instalado la noción de cuidado del paisaje». Según comenta Labajos, la dualidad entre plantas 'útiles' y bellas surgió con la Ilustración, «cuando los aristócratas quisieron diferenciarse de 'lo rústico'» e idearon jardines más «visuales» que funcionales. Pero fue antes, en el reinado de Felipe II, cuando la jardinería adquirió verdadera importancia.

Con Aranjuez y El Escorial como «paradigmas» de aquellos tiempos, Labajos enumera una serie de estilos que, poco a poco, se fueron sumando al paisaje español: «La tradición hispano árabe, el Renacimiento italiano, que ya tenía mucha fuerza y buena parte de la jardinería flamenca » Y, por supuesto, la base romana que ya existía. «Los romanos tenían una idea de jardín muy ecléctica, conjugaban varias influencias, como las egipcias y las persas. Es evidente que ellos hicieron la globalización de la antigüedad», reflexiona el jardinero.

No obstante, esa variedad -«tan rica y exquisita»-supone también un problema de cara al siglo XXI: la restauración. Esta tarea, minuciosa y artesanal, requiere personal cualificado, meses de investigación, un trabajo riguroso y, lógicamente, dinero. A mayor diversidad, más cantidad de estudios. Y aquí no hay 'moldes' que valgan.

Lo sabe Marian Castro, la restauradora de los Reales Alcázares de Sevilla. En el proceso, que tardó un año y medio, «intervinieron botánicos, arqueólogos y arquitectos, y se hicieron excavaciones e investigaciones históricas», enumera la paisajista. «Descubrimos que en el estilo mudéjar, la disposición de los elementos y el cuidado de los espacios nunca es casual. Tuvimos que aprender por qué las cosas están en sitios concretos», dice. Y detalla: «Todo está pensado para estimular a los cinco sentidos, desde el sonido del agua y los árboles aromáticos hasta los frutos comestibles y el colorido de una flor. El jardín, en definitiva, es la representación del paraíso». Es decir, una delicia.


::: Noticia generada a las 9:34 PM


domingo, enero 21, 2007 :::
 

3 nuevos Jardines Botánicos en Andalucía

A finales de 2007, la Consejería de Medio Ambiente habrá finalizado la construcción de tres nuevos jardines botánicos en Andalucía: Cádiz, Granada y Huelva. Con estos servicios se recuperaran 150 especies protegidas de la Comunidad Autónoma. Estos equipamientos han supuesto una inversión de casi tres millones de euros.


::: Noticia generada a las 3:27 PM




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