Miscelánea de jardines  

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domingo, febrero 17, 2008 :::
 
Fuente: El Pais
Fecha: 9-2-08
Autor: Fietta Jarque

La selva del arte

En Belo Horizonte, Brasil, hay un lugar paradisiaco donde un fabuloso jardín tropical enmarca el arte contemporáneo
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Inhotim conserva el arte en su estado más salvaje. Y más civilizado. Es un lugar en el que se integra la naturaleza en toda su fuerza con el arte contemporáneo en sus expresiones más extremas. Situado en Brumadinho, a 60 kilómetros de Belo Horizonte (capital del estado de Minas Gerais, Brasil), es un inmenso territorio de selva atlántica tropical de 2.100 hectáreas, de las que 35 son de jardines botánicos diseñados originalmente por el paisajista Roberto Burle Marx. El parque ambiental está dedicado a la preservación de la flora tropical atlántica y del Cerrado (sabana brasileña) y al rescate y mantenimiento de especies autóctonas, así como de colecciones de plantas tropicales de otras partes del mundo, a las que se aplica técnicas de mantenimiento sostenibles. Hay también cuatro lagos artificiales que suman otras 35 hectáreas. En el parque se cultivan 1.800 especies botánicas.

Inaugurado en 2004, en octubre de 2006 se abrió al público con las infraestructuras completas. El hacedor de todo esto se llama Bernardo Paz (Minas Gerais, 1949), que empezó a coleccionar arte contemporáneo a mediados de los años ochenta. Sólo le interesa el arte realizado a partir de 1960. Su colección actual está compuesta de unas 350 obras, de las que se exponen cerca de 80. Desde un principio quiso algo distinto a los habituales jardines con esculturas, aunque también las hay en el recorrido. Bernardo Paz siempre intentó conocer a los artistas a los que compraba obra. Los invitaba a su propiedad, discutía el emplazamiento y finalmente se sintió tentado a "producir" obras que transformaran el espacio. La idea que dio fruto fue la de integrar su amor al arte en combinación con su otra gran pasión, la botánica. Paz encargó a varios arquitectos que diseñaran pabellones a la medida de algunas de las obras, entre ellos Paulo Orsini y, más recientemente, Rodrigo Servinho Lopes. Hasta ahora hay nueve, cada una de cerca de mil metros cuadrados, de las que dos exhiben de forma permanente obras de Tunga y Cildo Meireles. Ahora están a punto de inaugurar dos más, la de la brasileña Adriana Varejão y la de la colombiana Doris Salcedo. Están ya en marcha los proyectos específicos para Inhotim de los artistas Doug Aitken, Matthew Barney, Rivane Neuenschwander, Pipilotti Rist y Carrol Durham. Para 2009 se abrirá un espacio para el fotógrafo Miguel Rio Branco.

"El arte es un medio, el fin es social. El propósito de todo esto es dar cultura. La gente disfruta y aprende. La mayoría viene a ver los jardines pero al encontrarse con el arte contemporáneo, les permite acceder a un mundo que no conocen", comenta Bernardo Paz, a quien se le concede este año en Arco el premio al coleccionismo. Un galardón que le incomoda hasta cierto punto. "Suena a algo muy elitista. Nuestro proyecto en Inhotim es sobre todo educativo", afirma. Su preferencia por el arte contemporáneo es radical. "El arte del periodo moderno está hecho para colgarlo en las paredes. Fue interesante sólo a principios del siglo XX, cuando se rompió con el arte clásico, después ya no. Ese tipo de coleccionismo es para los que viven del pasado. Pienso que para que la gente se acerque al arte debe haber interacción". Sólo salva al Picasso histórico (el del Guernica) y a Gaudí. "Me interesa la relación con el artista vivo. Entender el proceso de su trabajo", dice.

Los pabellones de exposición temporal albergan esculturas, instalaciones, vídeos, pinturas y fotografías, como la sobrecogedora instalación sonora de Janet Cardiff Forty part motet, con 40 canales de audio para las voces individuales del coro de la catedral de Salysbury. También hay pinturas de Albert Oehlen, piezas de Paul McCarthy, o fotografías de Larry Clark -con sus famosas series Teenage Lust (1983) y Tulsa (1972)-.

Los artistas brasileños tienen una gran presencia en la colección, entre ellos Waltercio Caldas, Laura Lima, José Damasceno e incluso la recreación de una revolucionaria instalación en su momento de Hélio Oiticica junto con el cineasta Neville D'Almeida, Cosmococa 5-Hendrix War (1973), que consiste en una gran sala con hamacas cruzadas por todo el espacio con proyecciones y música de Jimi Hendrix en las paredes. También hay esculturas en los jardines, como un iglú de Olafur Eliasson dentro del cual hay un chorro continuo de agua paralizado por el efecto de una luz estroboscópica.

La galería Cildo Meireles es una de las más impactantes. A la instalación Desvio para o vermelho hay que entrar descalzo. Es una habitación amueblada con todos los elementos en rojo, la mayoría realizados a su vez por otros artistas. En la otra gran sala la instalación Através crea un espacio con suelo de cristales rotos y todo tipo de vallas, rejas y alambradas.

Adriana Varejão, una de las más internacionales artistas brasileñas, casada con Bernardo Paz, ha estado trabajando sin descanso en el enorme pabellón que inaugurará en marzo. Una de las salas está recubierta en sus tres muros por su recreación pictórica de azulejos de las iglesias barrocas. "Trabajo en una línea conceptual-histórica", explica. Desde que se concibió el proyecto ha trabajado muy estrechamente con el arquitecto para que la obra quede integrada perfectamente en el edificio.

Inhotim surgió de las largas conversaciones en ese mismo lugar de Bernardo Paz con el célebre paisajista brasileño Roberto Burle Marx (1909-1994). Soñaban despiertos hasta que Paz -perteneciente a una familia acaudalada, dueña de minas en la región- tomó la determinación de hacerlo por su cuenta. "En un país de tanta pobreza es difícil que el Gobierno o las instituciones entiendan un proyecto como éste. Pero una vez que lo han visto realizado han empezado a interesarse y ahora ya se pueden sumar", explica.

En Inhotim todo parece previsto. Hay paragüeros en varios puntos a lo largo del paseo, para que los usen, y los deje el público si se ven sorprendidos por los súbitos chubascos tropicales. Varios restaurantes y cafeterías de distintos precios y categorías (pocos, los indispensables), servicios, bancos y tumbonas para detenerse y aspirar el aire limpísimo de este parque de ensueño y observar tranquilamente los árboles, plantas y aves alrededor. Medio centenar de jardineros se esfuerzan por mantener todo impecable, sin una hoja seca o una brizna o ramas crecidas donde no corresponde. Es un lugar que apacigua, exalta, sorprende y satisface. Uno de esos sitios para los que vale la pena cruzar medio mundo.


::: Noticia generada a las 12:18 PM


 
Fuente: El Universal (México)
Fecha: 10-2-08
Autor: Guillermo Cárdenas Guzman


El reto de reconstruir el paisaje

El arquitecto reconoce que su vicio es estudiar el desarrollo de las ciudades y edificios porque ésta es una forma de conservar la memoria de las civilizaciones. Le preocupa que en México no exista una cultura de la preservación, por lo que su meta es revertir el ‘Alzheimer histórico’ en el que vivimos.
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Como habitante del mundo tecnologizado asume que le sería difícil prescindir de la computadora y el organizador personal.

Sin embargo, su herramienta básica sigue siendo un lápiz y un papel: con ellos traza croquis a mano libre de cada uno de sus proyectos y dice ser capaz de identificar a un arquitecto simplemente con verlo plasmar una línea.

Saúl Acántara Onofre tiene 47 años de edad y es especialista en lo que se denomina Arquitectura del Paisaje. Abandonó sus estudios de Ingeniería y Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional para estudiar en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco (UAM-A), donde asegura haber encontrado no sólo una orientación más artística y el gusto por leer, sino el impulso para ejercer el que es su vicio: el trabajo.

Al lado de su maestro, el arquitecto Alberto González Pozo, colaboró en la elaboración de unas monografías sobre las iglesias del Centro Histórico de Oaxaca. Más tarde, el arquitecto Salvador Aceves logró interesarlo en un área poco desarrollada en México: el jardín y el paisaje.

Una especialización en restauración de monumentos y centros históricos, en Florencia, lo puso en contacto con los maestros Salvatore di Pasquale, Angelo Calvani, Guido Ferrara y Luigi Zangheri, que le dieron la pasión por la restauración y el jardín.

“La experiencia italiana me dejó tatuado, porque el profesor Aldo Rossi —Premio Pritzker de Arquitectura— me invitó a colaborar en su despacho con proyectos de gran relevancia... ( ). Él tiene un concepto de ciudad muy importante, pues no es sólo sus edificios, sino el conjunto del espacio público.

“De ahí mi pasión por la arquitectura contemporánea, porque ningún edificio puede estar en el desierto ni tampoco en el mar; siempre tiene un contexto y éste es el que hay que trabajar.”
Tengo un vicio, que es estudiar sobre la arquitectura y sobre todo la historia y los cronistas. Una de mis pasiones es leer a (Francisco Javier) Clavijero.

También leo sobre las historias de las ciudades, aspectos de metodología y los nuevos conceptos de arquitectura y restauración. Siento que me falta otro tipo de literatura, pero no tengo tiempo. A (José) Saramago lo tengo pendiente. Es una deuda.

No recuerdo en qué libro que hojeé dice que están acabando con las montañas, están acabando con los ríos; están acabando con todo, pero paisajes aún quedan.

Y lo artístico. Vemos concursos internacionales tan en boga que son ejercicios encerrados en sí mismos, de “dibujismo”.

Ahora los ganan por el mejor dibujo en Autocad o por los grandes renders o visuales en 3D, pero están vacíos en relación con el concepto, el conocimiento del paisaje, el territorio y sobre todo la sociedad que lo ocupa.

Sobre todo escribo en relación con la historia del paisaje del jardín en México. El primer artículo publicado en el Compendio mundial de jardines de la Universidad de Oxford es de mi autoría, junto con Lorenza Tovar y de Teresa.

Mi pasión y recreación es el proyecto, así como viajar. Me interesa conocer lo que se hace en el mundo, en nuestro país, y verlo de manera tangible. Conocer otras culturas y nuevos idiomas como el japonés, pues hablo italiano, estudié francés e inglés.

Sobre todo me gustan las ciudades históricas. Y la arquitectura contemporánea en esos contextos históricos: el verla, observarla, criticarla, entenderla... Por qué frente a la catedral de Viena, Hans Hollein hace un edificio de vidrio que crea escuela. La Fundación Cartier de Jean Nouvel en París; Washington, este gran proyecto de Thompson, esos grandes ejes con perspectivas enormes... Roma también es una pasión extraordinaria, pasear por las calles del Trastevere, del Aventino... es una delicia conocer todos estos sitios y compararlos con nuestra ciudad.

Tengo una investigación interesante que quiero proponer a mi tutora de tesis, Pilar Tonda, que es una melómana (yo soy un mero aficionado) acerca de la música relacionada con el paisaje y los jardines: (Jean Baptiste) Lully y (Antonio) Vivaldi.

También me llama la atención la música popular. A donde voy trato de conseguirla y veo que hay un hilo conductor, pues los instrumentos tienen mucha relación con el paisaje. La vihuela de Jalisco, por ejemplo, está hecha con madera de ahuehuete.

Desafortunadamente. Pero sigo practicando el croquis. Puedo identificar a un arquitecto cuando lo veo plasmar una línea sobre papel. Ya puedes manipular completamente los ambientes a través de las realidades virtuales, pero la arquitectura jamás cambiaría sin el croquis, sin el sketch, sin las ideas primigenias plasmadas en papel y lápiz.

Basta ver la arquitectura del árbol para entender la importancia del espacio abierto. Y no ver al árbol como un adorno urbano, ya que incide en el mejoramiento ambiental y la calidad de vida de una ciudad.

Esta ciudad habla muy mal de los urbanistas; no se planifica y ahí están los segundos pisos del Periférico y el nuevo distribuidor vial en la calzada Ignacio Zaragoza, como ejemplos. Igualmente los caseríos de Geo y Ara que crecen agrediendo completamente el paisaje sin importar la calidad de vida. Es la especulación del territorio al máximo sin ver lo que va a traer un conglomerado de esta índole. La ciudad ya no es susceptible de desarrollo urbano.

Tutelar el territorio y el paisaje con normas mucho más severas. No legalizar lo ilegal, porque cuando hay un asentamiento irregular a los pocos años se legaliza a través de los planes de desarrollo urbano. Yo no entiendo cómo les dan autorización para construir miles y miles de casas destruyendo todo.

He plantado algunos árboles importantes que tienen que ver con nuestra cultura, nuestras raíces: en Palacio Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Chapultepec, Culhuacán. También he escrito sobre metodología, la historia y mis proyectos.

Al Alzheimer histórico... a perder la memoria histórica, como lo ha hecho esta ciudad. Es lo peor que puede pasarle al ser humano porque tiende a no ser racional.

Quisiera imaginarme cómo eran los jardines de los antiguos mexicas.

El Nuevo Códice Florentino menciona que eran cuadrantes bardados con varas, que había tanques de agua con peces y aves, y también miradores. Me interesaría muchísimo hacer una restitución virtual de los jardines de Moctezuma, de Nezahualcóyotl, del señor de Oaxtepec. No hay mejor lugar para recrear el espíritu que un jardín.


::: Noticia generada a las 11:45 AM




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