Cuento erótico-festivo III
Yaiza [@] [www]

"Che de Mateo era creyente, porque en Galicia todos lo somos, pero "daquela maneira" que se dice. Tenía 5 vacas que le daban un chorro de leche, un ternero anual y mucho trabajo. Andaba nuestro hombre por los 40 y pico, soltero porque no encontró una mujer que quisiera trabajar el campo. Era grande "como un día sin pan" y siempre que venía a casa de mi abuelo a trabajar con el tractor para sacar unas pelillas, se dejaba la piel en "la leira" y nos obligaba a nosotros a "ser homes".

Siempre me asombraron sus manos, no por ser de un trabajador del campo, sinó por su tamaño. Creo que se pone un guante de béisbol y le queda ceñido. Como estaba soltero y el dinero no se amigaba con él, un mes sí y otro no acudía al Pombal, famoso barrio compostelano por sus señoras de moral distraída. Entre polvo y polvo me lo imaginaba asiendo con delicadeza y haciendo eyacular a su miembro, digamos que semanalmente. Sus manos se me tornaban entonces oscenas, tan grandes....¿tendría un pene en consonancia con esas manos?....pobre mujer que se casase con él...entre el tamaño, el hambre de sexo y lo bestia que era podría dejarla malherida ya la noche de bodas.

Un día de verano, cuando a eso de las 11 la noche casi ha vencido al día, Che de Mateo se quedó tumbado en la cabecera de la labor mirando como las mujeres terminaban ya de acariñar los brotes de maíz que malheridos intentaban salir de la tierra que el tractor había taladrado entre surco y surco. Se quedó mirando las piernas blancas de Flora que arrancaban morenas de tierra y se perdían en una "saia" floreada ....(casualidades). Yo que venía por el sendero que daba acceso a la finca me paré a observar la situación y me percaté de que sí, el miembro de Che de Mateo estaba en consonancia con su mano.

Al darse cuenta de mi llegada, se tumbó de lado y se levantó con cuatro palabras llenas de prisas que no hacían más que confirmar lo que la poca luz me había hecho dudar. Fué la última vez que se lo vieron vivo, menos en mi caso que aún lo ví otra vez ese mismo día...¿o era ya el siguiente?.

Al pasar cerca del camposanto ví una luz temblorosa que luchaba contra el viento para no apagarse y como acto de supervivencia que muy bien me habían enseñado, tracé un círculo en el suelo, apreté las manos asiendo con la derecha el mendrugo de pan que siempre llevaba como precaución. Cuando se perdieron tras un recodo del camino salí corriendo y crucé todos los campos que pude hacia mi casa. Cual es mi sorpresa cuando veo a Che de Mateo pegado al muro de su casa masturbándose con aquellas manos tremendas. Estaba el pobre hombre tan concentrado que no se percató de mi presencia. Por mi parte observé el arte que tenía ese hombre... claro eran casi 30 años cascándosela y con esas manos llenas de callos no era fácil... tampoco se percató de la comitiva que se acercaba y que lo pillaron en la faena. Yo volví a apretar los puños sobre el mendrugo de pan y malamente hice otro círculo con el pie... pero él, agarrado a los espasmos post-eyaculatorios no tuvo ni tiempo a recomponer su postura encogida para que no le viesen la cabeza asomar sobre el muro los vecinos. La mortal comitiva de dió una vela la cual se le escurrió por no haber limpiado bien las manos después de la faena. Y desde aquella vaga como alma en pena con la Santa Compaña.

 

 

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